Masca desde la carretera |
El coche de alquiler |
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La primera parte de la ruta transcurre por la parte baja del valle de La Orotava, en la costa norte de Tenerife, entre un mar de palmeras, cultivos de plátanos y abruptos acantilados que se precipitan al mar.
Al final del valle de la Orotava y de la autovía apareció Icod de los Vinos, municipio que cuenta con un valioso casco histórico. En la zona conocida como El Calvario se puede visitar la iglesia de San Marcos, cuyo interior acoge la cruz de Filigrana, realizada en La Habana en el siglo XVII. También veréis bonitas casas de arquitectura canaria.
"El Calvario" de Icod |
"El Calvario" de Icod |
La villa destaca por el Parque del Drago, donde se conserva el Drago Milenario de Icod, el árbol más famoso y longevo de Canarias, símbolo de la ciudad y de toda la isla. Mide 15 metros de altura y 12 de diámetro.
Iglesia de San Marcos |
Drago Milenario de Icod |
La siguiente etapa nos condujo a la vecina Garachico, considerada como la antigua capital comercial de Tenerife, cuyo casco antiguo recorrimos para admirar importantes construcciones históricas: convento de San Francisco, fortaleza de San Miguel, etc.
Pero si por algo destaca Garachico es por El Caletón, una zona de piscinas naturales abiertas en el campo de lava que cubrió el puerto de la ciudad en el año 1706 tras la erupción del volcán Trevejo.
El Parque Rural de Teno es un espacio protegido donde la arquitectura tradicional se integra con naturalidad en el paisaje y constituye un auténtico paraíso para los amantes de la naturaleza, especialmente de las aves.
Avanzamos hacia el oeste por la TF-42, al encuentro del Parque Rural de Teno. Y nos detuvimos brevemente en Los Silos, pueblo tranquilo y apacible que forma parte de este bello entorno natural.
Unos kilómetros al oeste alcanzamos el mirador de Pompeyo, un fabuloso enclave (muy ventoso) que se asoma al Atlántico para mostrarnos bellos paisajes de la costa norte de la isla.
Mirador de Pompeyo |
Mirador de Pompeyo |
Poco después, alcanzamos la Punta de Teno, en el extremo más occidental de la isla, desde donde avistamos los espectaculares acantilados de Los Gigantes, de 600 metros de altura.
La siguiente etapa de esta ruta debía conducirnos hasta Masca, y para llegar hasta allí tuvimos que retroceder hasta Buenavista del Norte y ascender por el valle de El Palmar, hasta coronar el puerto homónimo. En la cumbre nos detuvimos para tomar un tentempié y, rodeados de tranquilos lagartos, contemplamos una bella vista de la isla de La Palma.
Isla de La Palma desde el puerto |
Un lagarto tomando el sol |
Y en la cara sur del puerto de El Palmar dimos con Masca, un tranquilo caserío rodeado de escarpadas montañas que posee unos miradores de infarto, siendo el más espectacular el de La Cruz de Gilda. Aquí os aconsejo que os detengáis unos minutos y que os toméis algo en la terraza del bar que se asoma al barranco. Probad la tapa de quesos, os encantará.
La Cruz de Gilda |
Caserío de Masca |
Masca concentra los barrancos más profundos de la isla. Fue una pena que un reciente incendio azotara toda la zona. Os recomiendo que circuléis lentamente y que disfrutéis del paisaje. Para completar el circuito deberéis salir de los barrancos por la TF-436, tortuosa y empinada carretera que lleva a Santiago del Teide. Y deteneos en el mirador de Masca, desde el que podréis gozar de unas vistas alucinantes.
Caserío de Masca |
Mirador de Masca. Carretera TF-436 |
La carretera TF-346 nos llevó hasta Santiago del Teide, pequeña villa de casitas blancas donde realizamos una nueva parada. Unos pocos minutos bastaron para recorrer su apretado casco histórico, presidido por la iglesia de Santiago.
Iglesia de Santiago del Teide |
El Teide desde Santiago |
A media tarde, para redondear la maravillosa jornada, nos dimos un baño en la playa volcánica de Los Gigantes, ante las colosales moles de roca del acantilado homónimo.
Acantilados de Los Gigantes |
Acantilados de Los Gigantes |