El Teide desde las Cañadas |
El coche de alquiler |
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Partimos de Puerto de la Cruz muy pronto, en nuestro minúsculo coche de alquiler. Nos incorporamos a la TF-21, en dirección a La Orotava y al Parque Nacional Cañadas del Teide. Atravesamos esta centenaria ciudad y poco después, en un trazado curvo de la carretera, nos detuvimos en el mirador Piedra de la Rosa para contemplar el volcán del Teide y, junto al asfalto, una curiosa roca conocida como la Rosa de Piedra.
Mirador Piedra de la Rosa |
La Rosa de Piedra |
Todo el centro de Tenerife es territorio del Parque Nacional de las Cañadas del Teide, una antigua caldera de un supervolcán que, millones de años atrás, llegó a medir más de seis mil metros de altura. Las cañadas se encuentran a unos dos mil metros de altitud, sobresaliendo por encima de ellas la piramidal silueta del Teide, que con sus 3.718 metros, constituye el techo de España.
Existen varios accesos al Parque Nacional, y el que nosotros elegimos, vía La Orotava, nos condujo hasta El Portillo, diminuta pedanía que acoge una zona de servicios y uno de los dos Centros de Visitantes del parque (el otro está en Cañada Blanca, junto al Parador Nacional de Turismo).
Tomamos la carretera de las Cañadas, hasta el desvío que conducía a la base del teleférico. Y como no había donde dejar el coche, tuve que aparcarlo literalmente en el quinto pino. Y para redondear la cosa, tuvimos que hacer una larga cola bajo un terrible sol. Tardamos cerca de una hora en llegar a las taquillas y adquirir los billetes.
El teleférico fue de gran ayuda para alcanzar la cumbre del Teide sin morir en el intento. Nos dejó a 150 metros de la cima, en la zona conocida como La Rambleta. Estábamos a 3.555 metros de altitud, y gracias a nuestro pase especial, Isabel y yo iniciamos a pie el tortuoso camino de piedras que nos condujo, con más pena que gloria (hicimos continuos descansos por la falta de aire), hasta la cima del Teide, a 3.718 metros de altitud.
Desde la cima, en días claros como el que tuvimos, gozamos de una increíble panorámica. A nuestros pies teníamos la costa norte de Tenerife, hacia el noroeste la isla de la Palma y hacia el oeste vislumbramos La Gomera. Lo único malo de estar allí arriba fue tener que aguantar el gas sulfuroso que emanaba de las grietas del cráter, a unos metros por debajo de la cumbre.
Completamos el circuito por el Parque Nacional acercándonos a los Roques de García, situados en la zona sur de las Cañadas. Los roques son enormes rocas que adoptan formas caprichosas. No os perdáis el roque de la Catedral y el que aparecía en el billete de cien pesetas, con el pico Teide como magnífico telón de fondo.
Roques de García: La Catedral |
Roques de García: el billete de 100 pts. |
Realizamos el descenso a La Laguna por una nueva ruta, la carretera de la Cresta (TF-24), que también comienza en El Portillo. Más adelante, superado el puerto de Izaña, de 2.300 metros de altitud, la vía nos sorprendió por el frondoso bosque que atraviesa, cubierto de pino canario (corona forestal).
Durante el descenso contemplamos curiosos estratos de roca multiculor, y nos detuvimos en varios miradores, como el de Orduño, que ofrece unas fantásticas vistas de la isla de Gran Canaria; o el mirador Pico de las Flores, con Santa Cruz de Tenerife al fondo. Y si avanzáis lentamente podréis disfrutar con el mar de nubes que cubre la costa norte, o con el avistamiento de Candelaria y la isla de La Palma.