Esta ruta comienza en Segovia, ciudad desde la que partimos hacia Ávila, de buena mañana, por la N-110. Tardamos menos de una hora en llegar a nuestro destino.
Antes de abordar la muralla y el centro histórico de Ávila, rodeamos la ciudad con el coche y nos dirigimos hacia el oeste, en busca del humilladero de los Cuatro Postes, un monumento religioso formado por cuatro columnas dóricas de cinco metros de altura sobre cuyos capiteles se asientan cuatro arquitrabes con las armas de la ciudad.
Como quedó patente esa mañana, Los Cuatro Postes constituye el mejor mirador de Ávila, con una maravillosa vista panorámica de su perimetral muralla.
Habíamos estado en los Cuatro Postes por la mañana, con el sol casi de frente fastidiando la panorámica. Pero regresamos por la tarde, cuando partíamos de la ciudad. Y en esa ocasión el sol no nos molestó.
Construida en la segunda mitad del siglo XII, la muralla de Ávila es una cerca militar de origen románico y está considerada como la mejor conservada de España. Desde el Lienzo norte tenéis la mejor perspectiva de ella.
En la actualidad la muralla tiene 2,5 kilómetros de longitud, con 2.500 almenas, 88 torres, seis puertas y tres portillos, además de un ábside catedralicio y una singular espadaña.
Cimentada sobre roca, supone una potente cerca de mampostería granítica, macizada con piedra y mortero de cal. Tiene una forma de cuadrilátero irregular orientado longitudinalmente de este a oeste.
El color de la piedra de la muralla toma diferentes tonalidades según la hora del día. Y por la tarde, desde el Lienzo norte, la panorámica fue más interesante que la que tuvimos esa mañana.
En el lado este (calle San Segundo) se encuentra la Puerta del Peso de la Harina, la más monumental de todas las que atraviesan la muralla.
Era mediodía y los avulenses colmaban las calles del centro histórico. Gigantes y cabezudos recorrían la vía que rodea la muralla (calle San Segundo). Y en el tramo comprendido entre las puertas del Peso de la Harina y del Alcázar fue complicado moverse.
En la cara sur de la muralla, avanzando por el paseo del Rastro, dimos con la singular Puerta del Rastro. En la parte superior de esta puerta hay una bonita balconada de piedra y en su acceso por el exterior, desde la plaza, tenéis un mirador con vistas a la ciudad.
En algunos lugares de España la devoción por la figura de Cristo, la virgen María u otros santos no tiene límite, va más allá de lo racional. Y en Ávila nos topamos con un acto de fervor religioso de primer orden: San Segundo.
Al pasar junto a la Catedral vimos cómo sacaban la imagen de este santo entre vítores y aplausos. Sin quererlo, nos vimos inmersos en una procesión. Estábamos en el mes mayo, cuando los ecos de la Semana Santa ya se habían extinguido. No entendíamos nada.
Mientras sacaban a pasear al santo en cuestión, vimos la Catedral, iniciada en el siglo XII en un estilo románico tardío y completada en el siglo XVI con las trazas de la primera catedral gótica de España.
A continuación recorrimos a pie las principales callejuelas del centro histórico para admirar, entre otros monumentos, la basílica de San Vicente, templo erigido entre los siglos XI y XIV, con su portada oeste construida en un impecable estilo románico.