El acceso principal a las Médulas se encuentra en Carucedo; y desde aquí hay dos opciones: dirigirse directamente al aparcamiento del Aula Arqueológica (entrada principal a Las Médulas), o al Mirador de Orellán, situado en el pueblo homónimo, opción que elegimos nosotros.
El Mirador de Orellán es de acceso gratuito. Se trata de una construcción de madera, a modo de balcón, desde la que tendréis una magnífica vista general del yacimiento arqueológico.
Una vez estacionéis el vehículo en el aparcamiento gratuito, debéis dirigiros al Centro de Visitantes del Aula Arqueológica. En él encontraréis información sobre las diferentes rutas a realizar dentro del paraje, así como información de toda la comarca del Bierzo.
El Centro de Visitantes dispone de un audiovisual sobre los métodos de explotación de la mina y abastecimiento de agua para la realización de estos trabajos, paneles explicativos, maquetas tiflotécnicas, alquiler de bicicletas y una pequeña tienda.
La mina de oro de Las Médulas es la explotación aurífera de mayores dimensiones dentro de todo el Imperio Romano. Estuvo en explotación durante 200 años.
En la explotación aurífera de Las Médulas las partículas de oro aparecen en estado libre. Por ello, era necesario deshacer la montaña, lavar el conglomerado para recoger el oro y evacuar los estériles resultantes fuera de la mina.
Todo esto requería grandes cantidades de agua, que era conducida desde las montañas más altas (neveros, cabeceras de los ríos…), a través de una compleja red de canales excavados en roca total o parcialmente hasta la explotación. Una vez allí, se almacenaba en depósitos hasta su utilización. Hay más de 400 km de canales que traían el agua al yacimiento, algunos de los cuales superan los 100 km de longitud.
Superada la parte intermedia de la senda llegaréis a La Cuevona, una cueva escarvada en la roca cuyo tamaño os dejará boquiabiertos.
Actualmente, la Cuevona sólo se puede admirar desde el exterior. El acceso al interior está cerrado por peligro de desprendimientos y el consiguiente colapso de la misma. En 2009, como se aprecia en la primera foto, no había ningún tipo de restricción.
Interior de la Cuevona |
Exterior de la Cuevona |
Unos metros más adelante alcanzamos el final de la Senda Corta. Habíamos llegado a La Encantada, una gran cueva que se generó con la fuerza del agua, que canalizada por túneles perforados en la montaña, arrastraba una tierra rojiza de la cual se conseguían pequeñas partículas de oro para abastecer al Imperio Romano. Esta técnica se denomina ruina montium (derrumbe de los montes).
La Encantada |
La Encantada |
La Encantada, junto con la Cuevona, es uno de los puntos más interesantes de la Senda de Las Valiñas una de las ruta más populares y fáciles de realizar si queremos conocer este antiguo complejo minero romano. Esta senda, junto con la Senda Corta, conforman una ruta circular de 3 km con origen y final en el Área Arqueológica.
La Encantada está formada por una extensa área minera horadada por galerías, túneles y pozos de fácil acceso. Y como no podía ser de otra forma, abordamos algunos de estos agujeros excavados a pico y pala en época romana. Como se aprecia en la foto, en algunos tramos podías caminar de pie.
Una galería de La Encantada |
Una galería de La Encantada |
Nos sentíamos como topos en una madriguera. Pero no quise ponerme en la piel de los miles de esclavos procedentes de pueblos ibéricos que fueron obligados a trabajar diariamente en esta explotación minera, que desde diciembre de 1997 está reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.