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![]() Las Médulas |
De buena mañana, partimos de Ponferrada hacia Las Médulas, un yacimiento minero de extracción de oro explotado masivamente en época romana.
El acceso principal a las Médulas se encuentra en Carucedo, y desde la carretera que une este pueblo con Ponferrada existe un mirador que brinda una vista general de la zona arqueológica.
![]() Las Médulas desde el mirador |
![]() Las Médulas desde el mirador |
Cuando estacionéis el vehículo en el aparcamiento del Aula Arqueológica podéis realizar varias sendas. La más común, denominada Senda Corta (de 0,8 km.), recorre el recinto hasta "La Cuevona" y "La Encantada", dos áreas mineras horadadas por galerías, túneles y pozos de fácil acceso. Vale la pena perderse por algunos de estos agujeros excavados a pico y pala en época romana.
A continuación, partiendo nuevamente de Ponferrada, nos dirigimos hacia el sureste del Bierzo, para penetrar en el angosto valle de Valdueza, o del río Oza. Rodeado por las altas cimas de los montes Aquilianos (superan los dos mil metros de altitud), el valle forma una comarca natural y tradicional, y está recorrido de sur a norte por el río Oza.
Entramos en el valle de Valdueza procedentes de Ponferrada, y el primer pueblo en aparecer en escena fue San Clemente de Valdueza, con sus casas típicas distribuidas a lo largo del cauce del río Oza.
![]() San Clemente de Valdueza |
![]() San Clemente de Valdueza |
Unos kilómetros río arriba, por un tramo de carretera muy estrecho y retorcido, llegamos a Montes de Valdueza, municipio desde el que se contempla un maravillosa vista panorámica de los montes Aquilianos, con picos que superan con creces los 2.000 metros de altitud.
Montes de Valdueza también es famoso por acoger las ruinas del monasterio de San Pedro de Montes, edificio construido en el siglo IX y que a lo largo de los siglos ha experimentado sucesivas reformas. Junto al monasterio de Santa María de Carracedo, fue el más poderoso de los monasterios de la comarca. Debido a un incendio ocurrido en el siglo XIX, se encuentra en ruinas, pero valió la pena echarle un vistazo.
Y al final de la carretera, rodeados de altas montañas nevadas, llegamos a Peñalba de Santiago, pueblo que conserva intacta una arquitectura singular de casas con paredes de esquisto, balcones de madera y tejados de lajas de pizarra. En Semana Santa estaba prohibido circular con el coche por las calles del pueblo, y tuvimos que dejarlo en el parking gratuito ubicado al final de la carretera.
A las afueras de Peñalba realizamos una corta excursión por una senda bien señalizada que nos brindó una vista completa del pueblo. Y a última hora de la tarde regresamos a Ponferrada.