![]() |
![]() Ciudad vieja de Hondarribia |
La pensión Ametzagaña fue el punto de partida de esta excursión por el este de Guipúzcoa. En diez minutos, prestando atención a los carteles, llegamos a la bahía de Pasajes/Pasaia. Pasajes está dividida en tres núcleos: San Pedro, San Juan o Donibane y Ancho. Mi guía de viajes aconsejaba visitar los dos primeros barrios.
Estacionamos el coche en el puerto de Pasaia San Pedro, a la altura de la iglesa y la cofradía de pescadores. A continuación caminamos hasta el final de la carretera (plaza Torreko). Nos hallábamos en el punto más angosto de la bahía, donde el río Oyarzun se une al mar. En el embarcadero, una barquita unía San Pedro con San Juan, barrio que pudimos avistar sin problemas. Decidimos quedarnos en la plaza y contemplar ese bonito enclave marinero.
Tomamos un tramo de la autopista AP-8 para no liarnos y tratar de llegar cuanto antes a Oyarzun, típico pueblo rural vasco integrado en la comarca del Bidasoa, si bien se encuentra a orillas del río homónimo, el Oiarzun.
Oyarzun posee un coqueto casco antiguo presididos por la iglesia de San Esteban, de estilo visigodo en su origen, y la plaza del Ayuntamiento, un edificio barroco porticado del siglo XVII que, cosa extraña, estaba preparado para jugar a frontón. Los funcionarios curraban mientras oían los golpes de pelota en el exterior. No había visto nunca nada parecido. Junto a ellos vimos la biblioteca, ubicada en un elegante edificio renacentista del siglo XVI, la capilla de San Juan Bautista.
La tercera visita de la jornada nos condujo a Hondarribia, en la desembocadura del río Bidasoa, uno de los lugares más atractivos del litoral guipuzcoano. La villa, declarada monumento histórico artístico, fue fundada a principios del siglo XII, cuando el rey Alfonso VIII de Castilla le concedió la carta puebla. Tres barrios configuran su trazado urbanístico y nosotros visitamos dos: el casco antiguo y la Marina.
Encaramado en lo alto de un cerro que domina la bahía de Txingudi y la desembocadura del Bidasoa, el amurallao casco antiguo brilla con luz propia. Una vez aparcamos el coche en la parte baja, junto a la bahía, tomamos un ascensor para penetrar en el entramado de callejuelas paralelas trazadas en torno a la plaza de Armas, donde se alza el imponente castillo de Carlos V, reconvertido en Parador Nacional de Turismo.
Por la calle Mayor, salpicada de casas señoriales y palacios, fuimos a parar a la puerta de Santa María, que fuera entrada principal al centro histórico. Paseamos po la plaza del Obispo, una de las más antiguas de la ciudad (acoge la Casa Palencia, del año 1502), y por la plaza de Guipúzcoa, de construcción más reciente. Hondarribia, ese conjunto único de palacios y casas blasonadas, nos dejó impactados.
Situada extramuros, en paralelo al río Bidasoa, la Marina es el barrio típico de pescadores. Está recorrido por la calle de San Pedro, principal arteria que acoge comercios y pintorescas casitas. Junto al puerto se encuentra la cofradía de pescadores (año 1361) y el paseo Butrón.
Al norte de Hondarribia se encuentra la montaña de Jaizkibel, punto geográfico donde finaliza España por la línea de costa del Cantábrico (senda Talaia o GR-121).
![]() Faro Higuer |
![]() Cabo Higuer |
![]() Inicio GR-11 |
![]() Faro Higuer |
Tras la visita al faro de Higuer realizamos una parada en la playa de Hondarribia, ubicada junto al puerto.
De arena fina y aguas un tanto agitadas, la playa nos aportó ese anhelado descanso que tanto necesitábamos después de una extenuante jornada.
![]() Playa de Hondarribia |
![]() Playa de Hondarribia |
Si clicáis aquí podéis ver mi paso por la ciudad francesa de