El llamado "Circuito Completo" (15€) resultó ideal para visitar los principales monumentos de Mérida. Estábamos en Semana Santa y sabíamos que, conforme avanzara el día, los recintos arqueológicos se irían llenando de visitantes. Por eso, aprovechamos la mañana para ser de los primeros en acercarnos al Anfiteatro romano.
El graderío —cavea— se construyó en parte sobre la misma colina que el Teatro. Dieciséis puertas abiertas a lo largo del perímetro de la fachada permitían acceder a esta zona, siendo la principal la situada en el extremo del eje occidental.
Como casi todos los edificios de este tipo, las gradas se dividen en tres sectores: ima, media y summa cavea —inferior, media y superior—, no quedando apenas restos de esta última. En la ima cavea se pueden apreciar las restauraciones que realizó Menéndez Pidal en los años 50 del pasado siglo.
Tras el abandono del Anfiteatro, ligado a la oficialización del cristianismo, parte de la estructura se fue ocultando con la tierra, sirviendo las zonas que quedaron descubiertas —sobre todo la summa cavea— como cantera para la realización de otras obras.
Dos tribunas se construyeron sobre las primeras gradas, en los extremos del eje menor del edificio. Dos escaleras comunicaban las tribunas con la arena.
Me impresionó mucho saber que, durante la época de máximo esplendor, el Anfiteatro podía acoger a unos 14.000 espectadores. Y también me impresionó ver las puertas por las que accedían al graderío, conocidas como vomitorios.
El Anfiteatro es de planta elípitica y entre sus partes principales destaca la arena, donde se desarrollaban los espectáculos, hoy con forma de cruz.
En el Anfiteatro se celebraban juegos de gladiadores y luchas entre animales o entre hombres y animales —venationes— que, junto a las actuaciones del circo, fueron las preferidas por el público.
En el centro de la arena se cavó una gran fosa en forma de cruz que, probablemente, estuvo cubierta con un entarimado, y su interior sirvió para almacenar las jaulas de las fieras y material escénico.
Las tres puertas monumentales, al norte sur y este, comunican el exterior del Anfiteatro con la arena. Como podéis ver, la puerta sur se encuentra muy bien conservada.
Dos largas galerías abiertas en las puertas norte y sur permitían, además del acceso a las gradas, la entrada de los gladiadores a la arena.
En los extremos norte y sur se encuentran diversas dependencias destinadas al uso de los gladiadores y cerramiento de fieras. Es probable que alguna de estas habitaciones estuviera dedicada al culto de la diosa Némesis —a la que se encomendaban los participantes en los juegos—.