Los Pilones. Gaganta Infiernos |
Cuando llega la primavera el valle del Jerte es un mosaico blanco de cerezos en flor, o esto es lo que uno espera encontrar cuando se asoma al puerto de Tornavacas (1.275 metros), fronterizo con Salamanca.
El caso es que a finales de marzo la floración todavía no se había producido y compensamos este contratiempo con la culminación de interesantes excursiones por uno de los valles más bonitos de Extremadura.
Desde el mirador contemplamos las montañas nevadas de la sierra de Béjar y el largo valle del Jerte, en forma de uve, con sus laderas sembradas de cerezos.
A partir del puerto de Tornavacas la carretera Nacional describe varias curvas cerradas, pues el descenso es bastante acusado. Pasamos las poblaciones de Tornavacas y Jerte, y poco después giramos a la izquierda para detenernos en el Centro de Interpretación de la Garganta de los Infiernos.
El Centro de Interpretación se encuentra en la intersección de los ríos Infiernos y Jerte. Aquí comienza la senda que conduce a la principal atracción turística de esta parte del valle: Los Pilones. Cincuenta minutos se tarda en alcanzar a pie este famoso paraje natural. Pero nosotros, que íbamos con un bebé, preferimos contratar los servicios de una empresa de aventuras.
Montamos en una furgoneta condudida por un aplicado guía local y partimos hacia Los Pilones por un carril de tierra muy bacheado y empinado. Transcurridos unos diez minutos nos detuvimos en el Mirador Chorrero de la Virgen.
El mirador es una atalaya perfecta para contemplar a vista de pájaro la garganta de los Infiernos, cuyo fondo ni siquiera se intuye. Al fondo aparece la sierra de Tormentos, con sus cumbres parcialmente nevadas, y la cascada del Chorrero de la Virgen, con abundante agua en marzo.
Tras cubrir un corto trayecto de algo más de cinco minutos, llegamos al aparcamiento de Los Pilones. El guía nos mostró la senda que conducía a este famoso paraje natural. Su trabajo, a falta del viaje de vuelta, había concluido.
Al final del corto sendero alcanzamos el puente de madera que da acceso a Los Pilones. A partir de aquí, si vais con niños pequeños, deberéis extremar las precauciones.
Los Pilones son abundantes cascadas y saltos de agua que produce el río Infiernos al encajonarse en paredes de granito sumamente desgastadas por efecto de la erosión.
La senda discurre por la orilla izquierda del río; tiene baldosas de piedra y, en los tramos más complicados, cuenta con barandillas para facilitar el paso. En todo momento, durante el ascenso, nos embriagó el inquietante rumor de las aguas.
En marzo, con el deshielo, podréis admirar este espectáculo en toda su magnitud, pues el río baja con bastante agua. Eso sí, os aconsejo que llevéis ropa de abrigo porque a la sombra hace mucho frío.
De vuelta a la carretera N-110 volvimos a realizar un alto en el camino para descubrir Cabezuela del Valle, uno de los pueblos más bonitos de la comarca del Jerte. En este punto, el río Jerte forma numerosas piscinas naturales.
El casco histórico de Cabezuela fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1998. A diferencia de otros pueblos del valle, Cabezuela presenta una forma urbanística triangular.
En la calle Hondón se hallan los edificios de mejor porte, muchos de ellos muestran fachadas de sillares, en las que se exhiben escudos nobiliarios, anagramas y leyendas pías.
En la parte alta del pueblo, asentada sobre el solar de la que fuera sinagoga de los hebreos, se encuentra la iglesia de San Miguel Arcángel, construida en el siglo XVI. Su aspecto robusto está reforzado por cinco contrafuertes al exterior.