Teatro de Mérida |
En la anterior etapa habíamos visitado Cáceres y Trujillo. A última hora de la tarde partimos de esta última población incorporándonos a la autovía A-5 y en menos de una hora alcanzamos Mérida. Nos hospedamos en el hotel Velada, muy cerca del recinto arqueológico que acoge el Teatro y el Anfiteatro romano. Esa noche dimos una primera vuelta de reconocimiento por la ciudad. Vimos los Columbarios, la Casa de Mitreo, la Alcazaba, el Puente romano y parte del Anfiteatro.
El llamado "Circuito Completo" resultó ideal para visitar los principales monumentos de Mérida. Estábamos en Semana Santa y sabíamos que conforme avanzara el día los recintos arqueológicos se irían llenando de gente. Por eso aprovechamos la mañana para ser de los primeros en acercarnos al Teatro y Anfiteatro romanos. Para mí era la segunda vez que los visitaba (la anterior fue en verano), y a esas prontas horas de un mes de marzo, sin apenas turistas, resultó una experiencia maravillosa.
La siguiente visita que programamos nos condujo hasta la casa romana de Mitreo y los Columbarios, con su recinto a medio excavar. En su interior admiramos una parte de la casa de este acaudalado ciudadano romano, con sus habitaciones, baños, patio... Algunas estancias lucían fantásticos mosaicos, que al quedar enterrados con el paso de los siglos, se han conservado en buen estado.
A mediodía, siguiendo el "Circuito Completo", accedimos al interior de la Alcazaba, un recinto construido por los árabes junto a la muralla romana, y que destaca por su aljibe, un largo pasadizo pétreo que finaliza en un gran pozo de agua. Desde la muralla de la Alcazaba disfrutamos de buenas vistas del puente romano y del río Guadaina.
Tras un corto paseo por el Puente romano, nos acercamos a las ruinas romanas de la Morería, emplazadas junto a la orilla del Guadina. En el interior de este vasto recinto destaca una calzada romana y diferentes viviendas, como la Casa de los Mármoles. Aquí se conserva el tramo de muralla romana más extenso de los sacados a la luz.
Las calles del centro histórico nos ocuparon la siguiente media hora. Vimos una serie de monumentos abiertos al público, como el imponente Arco de Trajano, el templo de Diana y el Foro Municipal.
En cuanto a la gastronomía emeritense, os recomiendo que almorcéis cerca del Museo Nacional de Arte Romano, pues allí abundan buenos restaurantes. Si queréis probar buenas tapas y raciones a buen precio, os aconsejo que os paséis por el bar restaurante El Faro, sito en el cruce de las avenidas Octavio Augusto y Reina Sofía, cerca del hotel Velada.
Era Sábado Santo y la entrada al Museo Nacional de Arte Romano era gratuita, ocasión que no quisimos desaprovechar. Todo amante del mundo romano debe recorrer las salas de esta magnífica galería de arte, repleta de bustos, piezas de barro, mosaicos, columnas, etc.
Alternamos esta visita con el resto de recintos arqueológicos abiertos al público que nos faltaban por ver: los acueductos de los Milagros y San Lázaro; y luego proseguimos con la visita programada en el "Circuito Completo", pues nos faltaba por ver el majestuoso Circo romano y la no menos impactante cripta de la basílica Santa Eulalia, del siglo V. En el emblemático Circo pusimos punto final a una maratoniana jornada en la ciudad española que posee uno de los legados romanos mejor conservados.Al día siguiente, por la mañana, cubrimos en coche los seis kilómetros que separan Mérida de la presa de Proserpina, el embalse artificial de época romana más grande conocido en el mundo mediterráneo. El agua llegaba a la ciudad a través del acueducto de los Milagros.
Presa de Proserpina |
Presa de Proserpina |