Podríamos decir que se tarda lo mismo en llegar a Madrid en tren desde Barcelona que desde Arcos de Jalón (Soria): 2h, 30 min. La diferencia es que desde Barcelona te mueves a 300 km/h, y apenas disfrutas del viaje, y desde Arcos de Jalón, viajando a un máximo de 130 km/h, ves las cosas con otro cariz, digamos que te da tiempo de gozar del paisaje.
Desde la ventana puedes contemplar el accidentado paisaje por el que discurre el tren, sobre todo en lo que hace referencia a los valles del Jalón y del Henares.
Por contra, vale la pena destacar la dejadez y la falta de inversiones que adolecen las estaciones de la línea Madrid-Zaragoza. Y no todo es achacable a Renfe. Algunos edificios ferroviarios, como el de la estación de Yunquera, son pasto del vandalismo y de la poca o nula educación de muchos jóvenes, pues las utilizan para practicar el "botellón".
Llegamos a Madrid Chamartín a las 13:10 horas, con diez minutos de adelanto sobre el horario previsto. Y eso que el tren llegó con veinte minutos de retraso a Arcos de Jalón. Antes de detenernos en la estación pudimos admirar los cuatro rascacielos que más se asocian con el actual perfil de Madrid.
La primera tarde en Madrid, tras almorzar en el restaurante Dionisos (especializado en comida griega), e instalaranos en el hotel Mercure Madrid Centro (próximo a la plaza de Neptuno), acometimos la dura labor de patear Madrid cuando más calor hacía.
Muy cerca de la fuente de Neptuno se encuenta el Congreso de los Diputados, edificio que en agosto, ante la ausencia de sus Señorías, sólo estaba frecuentado por turistas y por los policías Nacionales que lo vigilan día y noche.
Estábamos a 38 grados centígrados, sudando la gota gorda mientras nos movíamos por el centro de Madrid; buscábamos las sombras como si nos fuera la vida en ello. Desfilamos por la plaza de Canalejas y minutos después nos presentábamos en la popular Puerta del Sol. Estábamos en el corazón de Madrid.
La siguiente cita con el Madrid clásico tuvo lugar en breves minutos, los que tardamos en cubrir a pie la pequeña distancia que separa la Puerta del Sol de la porticada plaza Mayor, quizá la más hermosa de la capital.
Al otro lado de la plaza Mayor localizamos casualmente el Mercado de San Miguel, un monumento a la cocina española, donde podréis degustar buenas tapas y raciones. Eso sí, tendréis que rascaros los bolsillos.
El Museo Reina Sofía se encuentra en el paseo del Prado, frente a la estación de Atocha. En su interior veréis una buena colección de cuadros, entre los que destaca el Guernica de Picasso. Cabe mencionar que en verano, las dos últimas horas (de 19 a 21h), la entrada es gratuita.
No está permitido tomar fotos en las salas de la pinacoteca. Los vigilantes y las cámaras de seguridad frustrarán cualquier tentativa. La única excepción se encuentra en el patio interior del recinto.
El taxi es barato en Madrid, y es la forma más rápida de moverse entre el Museo Reina Sofía y la Gran Vía. A última hora de la tarde, a principios de agosto, esta gran arteria madrileña mostraba su imagen más diáfana, con las aceras llenas de paseantes y la calzada libre de coches.
Esa misma tarde, a nuestra llegada a Madrid, conseguimos reservar por Internet dos butacas en el teatro Lope de Vega, que desde hace muchos meses acoge el musical del Rey León.