En agosto, con las temperaturas tan altas que se registran en la capital por la tarde, es muy conveniente visitar el Retiro a primera hora de la mañana. Nosotros entramos por la puerta de Felipe IV, concretamente por el Jardín del Parterre, de estilo francés.
Debido al calor extremo que registraba Madrid en agosto, que conlleva la caída de ramas, algunas zonas del Retiro estaban cerradas al público. Nos contentamos con rodear el Estanque Grande por la estatua ecuestre de Alfonso XII.
Salimos del Retiro por el paseo que une la fuente de los Galápagos con la Puerta de Alcalá, monumento que por esas fechas estaba restaurándose.
Cerca de la Puerta de Alcalá, en la calle Serrano, se encuentra el Museo Arqueológico Nacional, un edificio neoclásico cuyo interior acoge una interesante colección de piezas pertenecientes a los distintos pueblos que ocuparon la actual España, desde la Antigüedad hasta épocas recientes. La entrada costó 3€ (niños gratis).
Dedicamos una hora y media a recorrer las tres plantas del edificio. Conviene seguir el orden establecido, que va desde la planta cero hasta la tres: Paleolítico, Mesolítico, Neolítico, Edad del Bronce...; época romana, visigoda, musulmana...; e incluso una sección dedicada al mundo egipcio. Aquí tenéis un resumen de las piezas que se exhiben:
Esa tarde, tras la obligada siesta en el hotel, nos desplazamos a pie hasta el Museo del Prado, la pinacoteca nacional más importante de España.
Las dos últimas horas antes del cierre, de 18 a 20h, el Museo es gratuito. Podéis hacer cola en la puerta para conseguir las entradas, o ahorraros tiempo sacándolas previamente por Internet, que fue lo que hicimos nosotros. Aun y así, tendréis que hacer una pequeña cola, por lo que os recomiendo que llevéis gorra y una botellita de agua (sobre todo si vais en agosto).
No está permitido tomar fotos en el interior del Museo, lo cual es de agradecer si sólo disponéis de dos horas. Id al grano y elegid los cuadros de aquellos pintores que más os llamen la atención: Murillo, Goya, Rembrandt, Picasso, etc. Echad mano de un mapa para orientaros por las salas, de lo contrario perderéis mucho tiempo. (Esta foto la tomé al salir de un ascensor, cuando aún no era consciente de la prohibición de echar fotos).
La zona de tapas de Madrid se concentra alrededor de la plaza de Santa Ana, aunque encontraréis buenos locales en otras calles. Es el caso del bar Quiroga (calle Escalona, 12), un antiguo colmado reconvertido en un original bar de tapeo.