Grindelwald |
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Ford Focus |
Partimos de Solothurn muy pronto, incorporándonos a la autopista número 1 en dirección sur. A la altura de Berna tomamos la autopista 6 hacia Interlaken, que dista unos sesenta kilómetros de la capital. Por el camino hicimos un alto para fotografiar el Thunersee, el primero de los dos grandes lagos que rodean Interlaken.
La visita a la pintoresca Interlaken vino precedida de un fuerte aguacero. En la oficina de información turística, aparte de guarecernos, conseguimos algunos folletos de Grindelwald y los Alpes Berneses.
Recorrimos a pie el pequeño casco antiguo de Interlaken, que está atravesado por el río Aare y por un gigantesco canal de desagüe proveniente del lago Brienzer. Aquí sobrados de agua y en España pasando penurias por culpa de la sequía, en fin. Vimos maravillosas casonas, iglesias con el típico tejado acabado en punta y, cerca de la estacíón de tren del oeste, nos aprovisionamos de comida y bebida en un supermercado. Ya estábamos listos para ir a la montaña.
Al sur de Interlaken se levanta la cordillera de los Alpes Berneses, con cimas que superan los cuatro mil metros de altitud. En la cara norte, entre praderas sacadas de un capítulo de Heidi, se encuentra Grindelwald, estupenda estación invernal que cuenta con un ferrocarril de alta montaña y con varios glaciares.
Decidimos ascender por la carretera para ver el glaciar Superior de Grindelwald. Estacionamos el vehículo en un descampado donde no faltaban los parquímetros, por lo que nos vimos obligados a echar unas monedas. Por algo estábamos en Suiza. A continuación, a través de una senda que serpenteaba por entre el bosque, alcanzamos la base del glaciar Superior de Grindelwald, al que se accedía por unas escaleritas de madera acolladas a una ernorme mole rocosa. Sin estas escaleras, y sin el abono del correspondiente tíquet (había una taquilla al pie de la escalera), habría sido muy complicado auparnos hasta la base del glaciar. Las escaleras tenían asideros de madera que ayudaban a subir y bajar, pero ello no atenuaba la fuerte pendiente. Tuvimos que tomar muchas precauciones para evitar resbalones. |
Al final de las escaleras dimos con la parte baja del glaciar Superior de Grindelwald, cuya lengua de hielo va menguando año tras año debido al calentamiento global. Visto el glaciar, también quisimos disfrutar de una buena panorámica del valle de Grindelwald, que parecía un mosaico verde sembrado de casitas, con las altas cimas nevadas de los Alpes Berneses sobresaliendo, orgullosas, por encima de nuestras cabezas. Y es que muchas cumbres del valle superan en este punto los cuatro mil metros de altitud. Era un lugar maravilloso. Nos costó emprender el camino de vuelta al coche para abandonar el valle posteriormente, vía Interlaken. El viaje continuaba.
Tras almorzar en un merendero junto al río, en mitad de la pradera, partimos de Grindelwald hacia el lago de los Cuatro Cantones. Por el camino, superado el puerto de Glauben (1.611 m) por la Nacional 4, nos quedamos asombrados al descubrir un hermoso paisaje de alta montaña.
Lago Lungern |
Lago Lungern |
Nos detuvimos junto a la carretera, en un mirador, para contemplar el hermoso lago de Lungern, que parecía sacado de un cuento de hadas. Más adelante también divisamos Sarnen, pequeña población levantada junto a otro laguito.
La Nacional 4 nos condujo hasta una maravillosa ciudad que yo ya conocía de una anterior visita a Suiza: Lucerna. Asentada entre el río Reuss y el lago de los Cuatro Cantones, la urbe destaca por su casco antiguo medieval, repleto de fuentes, plazas como Kapellplatz o Weinplatz (del Vino), por la torre del Reloj (1535), y sobre todo por sus puentes de madera. El más famoso es el Kapellbrücke (Capilla), del siglo XIV; tiene 200 metros de longitud, una torre octogonal (Torre del Agua) del año 1350 y pinturas en el techo.
Debimos quedarnos a dormir en Lucerna, una de las ciudades más bonitas de Suiza. Pero ya habíamos reservado una habitación en el hotel Fórmula 1 de Zúrich. Por eso, a las siete de la tarde, muy a nuestro pesar, nos incorporamos a la autopista 14 y enfilamos hacia el norte. Media hora más tarde alcanzamos el extrarradio de Zúrich. Tuvimos que preguntar un par de veces antes de localizar el hotel, en las inmediaciones del aeropuerto.