Cayos de la Herradura |
Y en cuanto al centro de Cuba:
A las 14,40, monté en un autobús Viazul en Trinidad y partí con destino a Sancti Spiritus (6$). En su interior coincidí casualmente con Irene, la chica sevillana que conocí en el Salto de Javira. Ella viajaba a Santa Clara y al día siguiente tenía previsto visitar Cayo Santa María, en el Atlántico. "Si vamos los dos, nos saldrá más económico", me sugirió. El epílogo de mi viaje cubano estaba en el aire, no sabía cómo se desarrollaría mi paso por Sancti Spiritus. "Si no tengo planes, te llamaré", le dije.
Nos hallábamos en las afueras de Trinidad, atravesando el valle de San Luis, o Valle de los Ingenios, llamado así por la cantidad de ingenios (fábricas de azúcar) que se construyeron a principios del siglo XIX. Una de las principales fábricas de la zona fue la hacienda Manaca Iznaga, donde en 1840 vivieron cerca de 350 esclavos. Desde el bus pude ver la casa del hacendado y la alta torre, de 45 metros de altura, repartidos en siete niveles. Al fondo se encontraba la sierra de Escambray cubierta de nubes.
Llegué a Sancti Spiritus a media tarde. Me alojé en una casa de huéspedes próxima a la plaza Mayor (parque Serafín Sánchez), y hasta la medianoche, disfruté en compañía de mi amigo Isidoro, de su colega Miguel Ángel y de sus respectivas novias.
Esa noche cené en un paladar y acudí a una fiesta al aire libre que estaba amenizada por una orquesta. No tenía planes para el día siguiente, así que llamé a Irene y le dije que estaría en Santa Clara antes de las nueve de la mañana.
Calle Independencia |
Plaza Mayor (Serafín Sánchez) |
Los cayos de la Herradura se encuentran en la costa atlántica de Cuba, en la provincia de Santa Clara. Consta de dos complejos hoteleros: Cayo Santa María y Cayo Ensenachos, a los que se llega por el terraplén más largo de Cuba (55 km), conocido como "Pedraplén". Disfrutar de este paraíso de playas blancas, manglares y arrecifes de coral me llevó todo un día.
Esa madrugada, en Sancti Spiritus, un bicitaxi me llevó a la estación de guaguas. A las seis partí en un bus Viazul (6$) hacia Santa Clara, adonde llegué en una hora y veinte minutos. En la etación de guaguas Che Guevara reservé una plaza a La Habana en ese mismo autobús para el día siguiente (no supuso coste alguno) y luego caminé al encuentro de Irene, en la calle Colón. Su casa de hospedaje estaba completa así que me alojé en Casa Javier y Katia, en el número 225 de la calle Colón (15$ + 3$ desayuno).
A las 9,20 apareció Yoel por la calle Colón. Era el taxista que había contratado Irene para llevarnos a Caibarién (24$), población que alcanzamos una hora más tarde.
En Caibarién, sin perder un segundo, alquilamos una moto (18$) y partimos hacia la barrera del Pedraplén. Apenas había circulación por la carretera, no parecía haber nadie más interesado en llegar a los cayos.
Caibarién |
Caibarién |
Tardamos quince minutos en alcanzar la barrera del Pedraplén, donde unos aplicados guardias nos cobraron los 4$ de rigor que costaba pasar con la moto.
El cielo estaba encapotado y un fuerte viento soplaba en contra. Resultaba complicado avanzar con esa motillo de baja cilindrada. De vez en cuando hacíamos un alto para contemplar las cristalinas aguas del cayo, rodeadas de manglares y de pequeños islotes.
El Pedraplén |
El Pedraplén |
Tardamos una hora y media en alcanzar Cayo Santa María, un enclave supuestamente maravilloso que estaba sembrado de grúas y de alambradas que impedían el acceso a la playa. "Están construyendo hoteles, marchen a la playa del Ensenacho", nos dijo un tipo. Y eso hicimos, pero antes de partir nos dimos un baño en las revueltas aguas de Santa María. Fue un milagro ver surgir los rayos del sol entre las nubes que cubrían el cayo.
El Pedraplén |
Cayo Santa María |
Tardamos veinte minutos en presentarnos en Cayo Ensenachos, un resort rodeado de una tupida vegetación, con hoteles de nueva factura. Un vigilante nos dio permiso para acercarnos a la idílica playa Megano, de arena blanca y fina, custodiada por altas palmeras. Este baño sí estuvo a la altura de las circunstancias.
Playa Megano. Cayo Ensenachos |
Playa Megano. Cayo Ensenachos |
Regresamos a Caibarién, devolvimos las motos y, pasadas las cuatro de la tarde Yoel nos llevó de vuelta a Santa Clara.
Por el camino nos detuvimos en Remedios, población fundada en 1514 con el nombre de Santa Cruz de la Sabana, pero que en 1578, después de un incendio, fue reconstruida con el nombre de San Juan de los Remedios. Se trata del tercer emplazamiento más antiguo que los españoles fundaron en Cuba, tras Baracoa y Santiago de Cuba. En el corazón de su coqueto casco antiguo, junto a la plaza José Martí, destacaba la iglesia de San Juan Bautista, considerada como una de las catedrales más importantes de Cuba, con su alta torre.
Santa Clara, capital de la provincia de Villa Clara, fue fundada en 1689 y tiene organizado su cuadriculado casco histórico alrededor del parque Leoncio Vidal, una elegante plaza rodeada de cuidados parterres, bancos de hierro y farolas antiguas. Visité el palacio Provincial, que acogía una biblioteca, y al norte del parque Leoncio, en la calle Marta Abreu, vi el teatro de la Caridad, inaugurado en 1885, y la fachada del Museo de Artes Decorativas.
Esa noche, tras realizar algunas compras, cené en el patio de la casa donde se alojaba Irene, invitado por Kirk y su mujer. Fue una tertulia maravillosa, a lo cubano, con ron y en buena compañía: los anfitriones, una hermana de ella e Irene.
Plaza Leoncio Vidal. Santa Clara |
Cena en Santa Clara |