El Valle de Boí, en la Alta Ribagorza catalana, está declarado Patrimonio Mundial de la Unesco. Inmerso en un paisaje típicamente pirenaico, sus pueblos albergan pequeñas iglesias de estilo románico, que, junto al Parque Nacional de Aigüestortes, son la seña de identidad del valle.
Desde la carretera que atraviesa el municipio de Barruera ya se puede ver el campanario de la iglesia de Sant Feliu. Ubicada en un prado de la margen derecha del río Noguera de Tor, este viejo templo es el principal punto de atracción turístico del municipio.
La reformada iglesia de Sant Feliu, de estilo románico lombardo típico de la Ribagorza, se construyó en el siglo XI o principios del siglo XII.
Se trata de un templo de configuración basilical inacabado o destruido y reducido de inmediato a una sola nave con transepto y tres ábsides, de los cuales el norte ha desaparecido.
Entre los siglos XVII y XIX se efectuaron importantes reformas, que afectaron principalmente a las capillas del lado norte y al porche de la puerta oeste.
En su interior se conserva un interesante Cristo del siglo XIII de madera policromado, de tradición barroca; un retablo dedicado a San José, del siglo XX, y una pila bautismal.
Retablo de San José |
Ábside de la iglesia |
La iglesia fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2000, junto al resto de iglesias del valle. Si os aventuráis a subir al campanario, haced un alto en el Coro. Tendréis una buena perspectiva de la nave.
De época románica también es la base del campanario, completado muy posteriormente. De hecho, uno de los atractivos de la iglesia -incluido en el precio de la entrada- consiste en subir a lo más alto del campanario por estrechas y empinadas escaleras de madera.
Desde las ventanas del campanario podréis disfrutar de unas vistas geniales de Barruera y del verde prado situado junto al Noguera de Tor, que esa mañana acogía una fiesta ganadera.
A finales de septiembre Barruera organiza una fiesta ganadera. Es un aliciente para visitar el pueblo, que agradará a grandes y pequeños. Esa mañana, por ejemplo, vimos una exhibición protagonizada por perritos pastores, que alentados por sus dueños, guiaban vacas por el prado.
Al otro lado del prado, y del recinto que acogía la fiesta ganadera, se encuentra el Noguera de Tor, el río que vertebra el Valle de Boí desde el Parque Nacional de Aigüestortes hasta su encuentro con el Noguera Ribagorzana, cerca de Pont de Suert.
No debéís partir de Barruera sin dar un paseíto por su calle Mayor. En ella encontraréis casas tradicionales de fachadas de piedra, típicas del valle, y otras que no lo son tanto, pero que también resultan agradables a la vista.
En la parte alta de la calle Mayor llegaréis a la plaza de la Capella. En un lateral se alza una pequeña capilla, que apenas destaca entre las casas. Aquí pusimos punto final a la visita a Barruera.