Este circuito por las murallas de Peñíscola comienza en el paseo Marítimo (Av. de la Mar), contemplando la mejor estampa del peñón, con las murallas adornando el conglomerado de casitas blancas que se desparrama por la colina.
El marco que adorna la Playa Norte es sobrecogedor; como si emergiera del fondo del mar, aparece la muralla oeste de Peñíscola, coronada por el castillo del Papa Luna.
La Playa Norte, por el hecho de estar más abierta que su gemela del Sur, suele tener el agua más movida. Aunque lo normal es que puedas darte un apacible baño con toda la tranquilidad el mundo.
Al final del paseo Marítimo, donde acaba la playa Norte, fuimos a parar a la plaza de Bous, un espacio rodeado de restaurantes, que antaño constituía uno de los accesos a las murallas medievales que protegían la ciudad.
En la plaza de Bous veréis la Puerta de Santa María, del año 1754, la tercera puerta que se abrió en la muralla, y que da acceso al centro histórico.
Al otro lado de la puerta se abre la plaza de Santa María, conocida también como plaza de Caseres, y que debe su nombre a las arcadas que hay contra la muralla exterior, cuyo nivel superior concentra las baterías de Santa María, de Santa Ana y de la Fuente.
Desde los altos muros del Portal de Santa María tendréis una buena panorámica de la muralla medieval que protegía la ciudad. Tomaréis buenas fotos al atardecer.
Desde la parte alta de la Puerta de Santa María, a través de las empedradas callejuelas del centro histórico, se accede a la iglesia parroquial de Santa María, cuyos orígenes se remontan al siglo XIII. Y por la parte posterior del templo iréis a parar a la calle Mayor, la principal arteria del casco viejo.
Iglesia de Santa María |
Calle Mayor |
La calle Mayor comienza en el Portal Fosc, puerta pétrea oranementada con tosco almohadillado en piedra blanca y motivos militares. Fue la puerta principal de la ciudad hasta el siglo XVIII.
En lo más alto del Portal Fosc y de la muralla renacentista se encuentra la calle del Olvido, que ofrece una de las mejores vistas panorámicas del istmo y de las dos playas de Peñíscola.
Por medio de unas escaleras, las de Felipe II, nos situamos en la Batería del Calvario, unos baluartes construidos con bóvedas internas huecas donde se podían establecer arsenales, cantinas y polvorines. Las vistas de la playa Norte desde aquí son fenomenales.
Desde este recinto amurallado se controlaba gran parte de la playa y la bahía de Peñíscola. La Batería y el Parque de Artillería formaban parte de la muralla renacentista que se construyó durante el mandato de Felipe II. Actualmente la explanada sirve para celebrar multitud de actividades.
A través de la rampa pétrea que sube al Portal Fosc, jalonada de altos muros, alcanzamos las escaleras que conducen a la calle Calabuig. Esta vía, trazada junto a la muralla, está repleta de paradas de recuerdos.
Al final de la calle Calabuig se localiza el Mirador de la Porteta, que nos permitirá contemplar la parte inferior de las fortificacines renacentistas del oeste y norte (S. XVI).
El Mirador de la Porteta es un pintoresco punto de observación. Por un lado están las murallas medievales y las casitas blancas que caracterizan el casco antiguo y por otro la larga Playa Norte de Peñíscola. El lugar es ideal para contemplar la puesta de sol.
Peñíscola tiene hoteles de diferentes estrellas, con y sin piscina. En mi última visita me alojé en el hotel Marina (Av. España), situado en el istmo, a poca distancia de las playas Norte y Sur. Se trata de un hotel familiar, muy limpio, sin piscina, y la única pega que tiene es que es un pelín ruidoso (paredes finas).
En la parte posterior del hotel y de la avenida de España se encuentra el Ullal del Estany, un paraje natural considerado desde tiempos remotos como un oasis de frescura y paz en medio del caluroso clima mediterráneo.