El Tesoro. Petra |
Cubrimos a caballo el primer kilómetro del circuito, desde la entrada al barranco seco de Wadi Musa hasta la presa. En el barranco, a mano derecha, destacaba el templo de los Obeliscos, de influencia egipcia.
Salida de Wadi Musa |
Templo de los Obeliscos |
Los equinos dieron la vuelta en el lugar donde se abría el desfiladero del Sik, que coincide con una antigua presa. A partir de aquí continuamos a pie.
Llegamos a la presa |
Llegamos a la presa |
El Sik es el desfiladero que conduce a la ciudad de Petra. Sus 1.200 metros, en suave pendiente, están recorridos por una antigua canalización de agua. En su inicio las paredes rocosas no son muy altas, pero conforme se va descendiendo hacia Petra, van ganando en altura y en espectacularidad. Por el camino vimos presas, una piedra con forma de elefante, inscripciones nabateas en la roca y, en la parte final, sucumbimos ante la belleza del templo del Tesoro.
Tal vez las palabras del famoso poema de Dean Burgon: "Hazme igual a la maravilla celosamente guardada por el sol del este. Una ciudad rosada tan antigua como el tiempo...", consigan reflejar algo de la belleza de Petra. Construida por los nabateos hace más de 2.200 años, la ciudad fue objeto de deseo de antiguas tribus, incluso los romanos se instalaron en ella (suyo es el teatro).
De todos los templos, edificaciones, basílicas y demás construcciones que fueron talladas en la piedra, sin duda alguna, el Tesoro es el que ha dado fama al recinto arqueológico. El filme "Indiana Jones y la Última Cruzada" tiene buena parte de la culpa, ha atraído a miles de atónitos turistas al lugar. Y sin palabras me quedé yo cuando salí del angosto Sik y me planté frente a esta tumba milenaria esculpida en la piedra rosa. Contemplar el templo más laureado de Jordania fue alucinante.
Aparte del Tesoro, Petra cuenta con exquisitos templos y edificios que Samir, nuestro guía, se empeñó en que visitáramos moviéndonos al margen de la marabunta de turistas. Por este orden, vimos el Teatro romano, un grupo de viviendas nabateas esculpidas en la piedra, las tumbas reales (Urna, Palacio...), la única tumba de un ciudadano romano: Sextius Florentinus, gobernador de Arabia, la basílica...
A última hora de la tarde, de regreso del Monasterio, caminamos por el recinto sin apenas turistas. Paseamos por la calle Columnada y, en ausencia de público, tomamos buenas fotos del Tesoro. Al ocaso, el templo más afamado de Petra relucía diferente, exhibía sin tapujos su color rosáceo.
Almorzamos en la zona de restaurantes ubicada junto al Témenos y a continuación encaramos con determinación y mucha ilusión los 800 peldaños tallados en la roca que conducen a lo alto de la montaña Ad-Deir. Arriba descubrimos el Monasterio, la segunda atracción más famosa de Petra. "Enorme en tamaño e impresionante en belleza", así se puede describir este templo excavado en la roca.
Para ver el templo desde una interesante perspectiva, os aconsejo que sigáis las sendas que ascienden por las lomas situadas frente a la fachada. Arriba, además de disfrutar de unas maravillosas vistas, tendréis la oportunidad de visitar tiendas de abalorios, algunas de ellas manteniendo el equilibrio junto a altos precipicios.