Cubrimos 135 kilómetros, muchos de ellos por autovía, hasta alcanzar Pedrosa de la Vega, cuyo término municipal alberga la Villa Romana de La Olmeda, una de las villas romanas más importantes de España. El conjunto fue declarado Bien de Interés Cultural el 3 de abril de 1996.
Como suele ocurrir con muchos yacimientos, su descubrimiento fue fortuito. En el verano de 1968 un agricultor tropezó con los restos de una vieja pared, y fue el principio de una investigación arqueológica cuyos frutos podemos ver ahora.
Traspasada la fachada principal, se accede al interior de la domus o vivienda por un vestíbulo cuyo mosaico se conserva prácticamente intacto.
La incógnita pronto se despejó con el hallazgo de uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del mundo romano hispánico. Una espléndida villa rural con aires palaciegos cuyo momento de esplendor, hace 1.600 años, resurge ahora gracias a la fortuna y a los trabajos de excavación, investigación y consolidación de las estructuras.
La Villa Romana de La Olmeda, es una gran mansión rural del Bajo Imperio (siglo IV d.C.), cuyo edificio principal o pars urbana, es de planta cuadrada flanqueada por torres en cada esquina y se dispone en torno a un patio central y peristilo al que se abren las distintas dependencias.
Esta villa palaciega abarca una extensión en superficie de 4.400 m2 con un total de 35 habitaciones repartidas entre la vivienda principal y los baños, 26 de las cuales están decoradas con 1.450 m2 de mosaicos polícromos conservados in situ.
El recorrido por la villa se realiza por medio de pasarelas dispuestas sobre las excavaciones y se complementa con pantallas en las que se pueden ver distintas reconstrucciones.
Conviene que prestéis atención al magnífico mosaico del salón principal (sala Oecus), que conserva una escena mitológica en el centro, escenas de caza en la parte inferior y distintos motivos geométricos y vegetales.
El Oecus o salón principal, de 175 m2, conserva en muy buen estado uno de los principales mosaicos figurativos de época romana que se conservan en Europa. Tesellas o piedras de diminuto tamaño y diversidad de color se van ordenando armoniosamente hasta formar escenas.
Bajo el tema principal, se puede observar una cacería de gran realismo: cazadores a pie y a caballo, armados con espadas y lanzas o pilla, entre diversos animales de gran veracidad anatómica, propios de la fauna ibérica y algunos exóticos procedentes de África.
Los baños constituyen un espacio diferenciado en el sector oeste del edificio principal de la villa. Recientes trabajos han consolidado las estructuras y pavimentos de mosaico.
La mansión contaba con un sistema de calefacción por hipocausto de canales radiales, que abastecía a las habitaciones y a los baños.