Puente de Alcántara. Toledo |
Por la mañana saboreamos la ciudad al cien por cien, perdiéndonos por el intrincado de callejuelas que conforman el casco viejo, al cual accedimos por la puerta de la Bisagra. Cerca de la plaza Zocodover nos asomamos por la ventana más pequeña del mundo y entramos en el convento de Santa Clara. Seguidamente visitamos las Termas romanas, de los siglos I y II d.C, y luego pasamos unos minutos en la agradable plaza Amador de los Ríos, una de las más bonitas de la ciudad.
Después de almorzar proseguimos por el casco viejo con la obligada visita a la catedral Primada, construida entre los siglos XIII y XV. Una autoguía nos condujo por el interior del templo, y gracias a ella pudimos admirarlo en todo su esplendor.
Tras la visita obligada a la catedral, penetramos en el retorcido entramado de callejuelas que conforma el barrio Judío. Nos costó dar con ella, pero al final localizamos la sinagoga de Santa María la Blanca, levantada en el siglo XIII, cuya visita recomiendo encarecidamente. Moverse entre los centenarios arcos con la luz de la tarde fue algo mágico.
Muy cerca, sin salir del barrio Judío, visitamos la segunda sinagoga que aún sigue en pie, la del Tránsito (año 1366), que acoge el museo Sefardí. También nos asomamos al río Tajo desde uno de los miradores y para finalizar, de camino al aparcamiento, vimos la procesión que se llevaba en la céntrica plaza de Zocodover, que estaba ocupada por una muchedumbre ávida de ver desfilar al santo o santa de turno.
A última hora de la tarde regresamos al hotel por la carretera de Circunvalación, a tiempo de caminar por el Mirador de Toledo, desde donde contemplamos la mejor vista panorámica de la ciudad y el río Tajo.
Mirador de Toledo |
Mirador de Toledo |
El segundo día, una vez estacionamos el vehículo en el aparcamiento gratuito próximo a la estación de tren, nos dirigimos a Toledo por el Camino Natural del Tajo, que bordea la ribera hasta la puerta de Alcántara. Cruzamos el puente más bucólico y fotografiado de la ciudad, de origen romano, y nos sumergimos de nuevo en el Toledo de las Tres Culturas.
Pasamos bajo el imponente Alcázar, que alberga el museo Militar (ya lo visité hace años) y a partir de la plaza Zocodover callejeamos por el centro histórico, hasta dar con la mezquita del Cristo de la Luz, del año 999. Junto a la mezquita nos asomamos a al mirador de la Puerta del Sol, que nos brindó una imagen idílica de la ciudad -una más de entre tantas-.
Vista esta parte de la ciudad, nos encaminamos hacia el oeste siguiendo el interior de la muralla. Pasamos frente a la fachada del palacio de Lorenzana, vimos el convento de Santo Domingo y su apartada plaza, y por fin llegamos a la puerta del Cambrón, de origen musulmán, aunque está muy modificada y su aspecto actual es de 1576. Luce portadas renacentistas con blasones, el de la ciudad al exterior, y el de Felipe II al interior. También tiene una imagen de Santa Leocadia, patrona de Toledo.
Cerca de la puerta existen varios miradores (del Paseo del Tránsito es uno de ellos) que ofrecen una vista panorámica del río Tajo y del puente de San Martín, del siglo XIV. Para llegar hasta ellos, por una nueva calle que nos obligó a ascender (calle de los Reyes Católicos), contemplamos la sorprendente fachada del monasterio de San Juan de los Reyes, una de las obras de la aquitectura gótica más espectaculares de España. El edificio fue encargado por los Reyes Católicos a Juan Guas en 1476.