La carretera SO-152 vertebra Berlanga de norte a sur. En el extremo septentrional, a las afueras de la villa, podréis ver el rollo o picota (siglo XV), un pilar de piedra caliza, de buena labor, de sección cuadrangular y evidente contextura gótica.
A unos pocos metros del rollo gótico se encuentra la Puerta de Aguilera, perteneciente a la muralla nueva de Berlanga. Construida en el siglo XV, se trata de uno de los pocos vestigios que quedan de la muralla.
Frente a la Puerta de Aguilera, al otro lado de la carretera, se alza la ermita de Nuestra Señora de las Torres, preciosa talla románico-gótica del siglo XIII (si bien fue reedificada en 1732).
El centro de Berlanga hay que recorrerlo a pie tranquilamente. Conviene acercarse a la porticada plaza Mayor y a la colegiata de Santa María del Mercado, obra comenzada a construir en la primera mitad del siglo XVI bajo el patrocinio y para brindar honores a los señores de Berlanga: María de Tovar e Íñigo Fernández de Velasco.
Cerca de la plaza Mayor encontraréis el restaurante Casa Vallecas, el lugar ideal para almorzar en Berlanga. El local está situado en los bajos de una antigua casa palacio del siglo XV que perteneció a la familia Bravo de Laguna, y destaca por su elegancia y sencillez.
Completamos la visita a Berlanga acercándonos a la plaza de Nuestra Señora del Mercado, para admirar el Palacio de los Condestables, construido en el primer cuarto del siglo XVI.
Lo que llama la atención del Palacio es que únicamente queda en pie su muro con las ventanas abiertas al castillo y la torre izquierda, que alberga la Oficina de Turismo. Y es que el edificio fue incendiado por los franceses durante la Guerra de Independencia.
El centro de la plaza está presidido por la estatua dedicada a fray Tomás de Berlanga, fraile dominico, obispo de Panamá y descubridor de las islas Galápagos. Nació y murió en esta hermosa villa.
Detrás del Palacio de los Condestables, en lo alto de un promontorio que domina el valle del río Escalote y el cerro de Coborrón, se alza el Castillo de Berlanga, del siglo XVI, que está rodeado de una extensa muralla de la que se conserva solamente una parte.
Si tenéis tiempo (no fue nuestro caso), recomiendo que realicéis la visita guiada al Castillo (unos 4€). Nosotros nos conformamos con admirarlo de cerca y de lejos. La restauración realizada en época reciente os impresionará gratamente.