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![]() Fortaleza Akershus |
Por tercer día consecutivo, nos presentamos en la estación central de Oslo de buena mañana; en esta ocasión, con la intención de visitar la ciudad. En el centro para mochileros de la estación nos aconsejaron que fuéramos a Holmenkollen, el trampolín de saltos de esquí de Oslo, y eso fue lo que hicimos.
El tranvía T-Bane nos acercó a este exclusivo rincón de la ciudad, una alta colina que nos brindó una fantástica vista panorámica de Oslo y de su fiordo. En verano, en lugar de nieve, el trampolín ofrece al visitante la posibilidad de bañarse en una improvisada piscina ubicada en la zona de recepción de saltos. Lo único malo fue que nos dejamos los bañadores y las toallas en la consigna gratuita del centro para mochileros, en el interior de las mochilas.
La fortaleza Akershus es un complejo de edificaciones militares construido en la Edad Media en un lugar estratégico del fiordo de Oslo. Ya la habíamos visto cuatro años atrás, en la visita exprés que realizamos a Oslo antes de partir hacia Laponia. Y en esta ocasión, nos propusimos recorrerla de forma pausada, admirando algunos de sus edificios más singulares.
En el siglo XVII Akershus fue modificado en estilo renacentista y rodeado de una fortaleza con bastiones. El complejo, de más de 700 años, ha sobrevivido a varios asedios, pero nunca ha sido conquistado por la fuerza.
Actualmente, Akershus sirve como cuartel general, escuela de oficiales y espacio de alojamiento. Una parte de la fortaleza se utilizó durante un tiempo como cárcel y zona de trabajos forzados para reclusos durante el siglo XIX. Aún tiene funciones militares, y su protección corre a cargo de la Guardia Real.
Almorzamos unos bocatas en la plaza de la estación y el resto de la tarde lo dedicamos a deambular por el centro histórico de Oslo, vertebrado por la peatonal calle Kongens. También nos desplazamos a pie hasta la calle Oslo, en la orilla oriental del fiordo, en busca de unas ruinas vikingas, pero no las vimos. Encontramos más entretenido intercambiar impresiones con otros viajeros en la sala para mochileros de la estación ferroviaria.
Cuando llegó la hora, partimos de Oslo en el tren nocturno con destino a Copenhague. Ocupamos un par de asientos que habían quedado libres en distintos vagones, sin sacar la reserva oportuna. Nos arriesgamos mucho porque esa madrugada los vagones fueron introducidos en el interior de un ferry que cruzó el estrecho de Oresund. Y tuvimos suerte, el revisor no nos cobró el engorroso y caro suplemento.