Cascadas de la Larri |
Esta ruta comienza en la cascada de los Llanos, situada al fondo de los Llanos de la Larri. Habíamos alcanzado este hermoso lugar en poco menos de hora y media, partiendo del Parador Nacional de buena mañana.
Tras realizar un almuerzo bocadillero deshicimos el camino por la pradera más bonita del Pirineo aragonés, hasta enlazar con la pista forestal que conduce al Parador Nacional rodeando el circo de Pineta.
El descenso hasta el Parador Nacional es muy suave, pues la pista forestal es apta para los vehículos de los pastores y de los guardas forestales. Desde el sector de la Larri tendréis una buena perspectiva del macizo del monte Perdido y del valle de Pineta.
La primera parada en la ruta no se hizo esperar; un puente y unas barandillas anunciaron la primera de las innumerables cascadas que origina el río la Larri en su vertiginoso descenso hacia el fondo del valle de Pineta.
La pista forestal se retuerce entre el bosque y el río la Larri. Y un nuevo puente nos permite contemplar más cascadas. El rumor del agua y la espuma blanca que originan los saltos son una constante.
Las atronadoras cascadas quedan atrás. Ahora la pista penetra en el bosque, lo cual hace que el descenso sea muy agradable. Varios ríos se descuelgan del circo de Pineta, uno de ellos es el que corre por el barranco Montaspro. Cuando lo crucéis podréis avistar el Parador de Bielsa, toda una institución en el valle de Pineta.
Y unos metros más abajo, un nuevo barranco aparece ante nosotros. Por él fluyen las aguas del Cinca, río que acaba de dar sus primeros pasos. Una senda conduce hasta su nacimiento, en el macizo del Monte Perdido.
Nuevos barrancos, con aportes desiguales de agua, se abren camino por el circo de Pineta. El surco que dejan en el terreno, sumado a la ausencia de árboles, nos permite avistar la cabecera del valle de Pineta.
La cara sur de la pista forestal nos brinda paisajes ya vistos con anterioridad: el Parador Nacional en la falda de la montaña, y las cascadas de la Larri, que vistas desde lejos, parecen largos trazos blancos que cortan el verdor del bosque.