Cañón del Vero |
A principios de los noventa, con motivo del servicio militar, Barbastro fue mi segunda residencia durante casi un año. En ese tiempo tuve la oportunidad de descubrir la comarca del Somontano, además de otras comarcas pirenaicas próximas. Por eso, siempre que puedo, me detengo en esta ciudad para recorrerla pausadamente.
El centro histórico de Barbastro destaca por la catedral de la Asunción (siglo XVI), emplazada en un altozano junto al rio Vero.
Catedral de la Asunción. Barbastro |
Catedral de la Asunción. Barbastro |
Aconsejo que recorráis la calle Mayor y la plaza del Mercado, y que os dejéis llevar por otros callejones que se asoman al viejo Coso, el paseo más emblemático y concurrido de la ciudad. Y para los sibaritas del buen vino, recomiendo que viisitéis alguna bodega con Denominación de Origen Somontano. Barbastro presume de buenos caldos.
Plaza del Mercado. Barbastro |
Calle Argensola. Barbastro |
A partir de Barbastro, la ruta del Vero sigue la carretera que lleva a Alquézar. Nos quedamos al pie de esta joya medieval, para admirar el puente Campanachal, que salva las aguas del río Vero.
El puente Campanachal, conocido también como puente de la Abarda, es de orgien medieval, y fue un punto clave para articular las comunicaciones entre Barbastro y Alquézar o el Sobrarbe.
Erigido en el siglo XIII, es uno de los puentes más antiguos que aún se conservan en el Somontano. Y también de los más bonitos. Desde el vano podréis contemplar el cauce del río Vero, que tras abandonar un profundo cañón en la sierra de Guara, serpentea entre hayedos y pinares.
A partir del puente proseguimos río arriba por la carretera que conduce a Aínsa en paralelo al río Vero. Si se dispone de tiempo recomiendo realizar una caminata por el fondo del valle, o incluso el descenso del río con traje de neopreno cuando la climatología lo aconseja.
En nuestro caso, nos limitamos a observar el barranco del Vero desde los muchos miradores que hay repartidos por la ruta. Los más espectaculares se encuentran cerca de Colungo.
Entrados en la comarca del Sobrarbe, hicimos un alto en la coqueta población de Lecina, encaramada en un altozano de la margen derecha del río Vero.
Las casas de Lecina forman un conjunto armonioso y de gran belleza, destacando la fachada de Casa Sampedro o la torre de Casa Carruesco.
En Lecina no debéis perderos su impresionante carrasca milenaria. Se trata de la segunda encina más grande de España, con 6 metros y 10 centímetros de perímetro y una altura total de 16,5 metros. El diámetro de la copa es de 28 metros y ocupa una superficie de 615 metros cuadrados. En 2021 fue galardonada como Árbol Europeo del Año.
Antes de llegar a Aínsa, la villa medieval más bonita de Aragón, tomamos un desvío hacia Santa María de Buil, conocido antiguamente como Buil, población que cuenta con bellos ejemplos de arquitectura tradicional, además de dos bellas iglesias.
El núcleo de Buil se encuentra en la falda de un cerro que se ha relacionado habitualmente con el castillo de Buil, documentado desde 1017 y del que no se han hallado restos arquitectónicos.
Centramos la visita a Buil en la iglesia románica de San Martín, construida hacia el año 1040. Se trata de un templo de planta basilical con tres naves y tres ábsides semicirculares orientados al este, complementado con una torre-pórtico a los pies y diversos añadidos posteriores (una capilla en el muro norte y una sacristía en el sur).
La iglesia de San Martín está declarada monumento Histórico-Artístico. En su interior hay abundantes pinturas murales del siglo XVIII.