El cabo de Formentor está recorrido, de punta a punta, por la carretera panorámica MA-2210. A partir de Port de Pollença, una vez se acometen las primeras rampas de la vía, debéis tener la cámara a punto para tomar buenas fotos.
La carretera panorámica MA-2210, sinuosa y bella, ofrece una experiencia de conducción única, con vistas espectaculares en cada curva. Fue diseñada en la década de 1930 por el ingeniero italiano Antonio Parietti, quien también diseñó la carretera de Sa Calobra.
En breves minutos alcanzamos el Mirador del Colomer, el punto más emblemático de la ruta hacia el cabo. Nos costó aparcar, pero la espera mereció la pena. En el cartel que anunciaba el inicio de las sendas tuvimos un sorprendente comité de bienvenida
El mirador es especialmente popular al atardecer, cuando el sol tiñe el cielo y el mar de tonos cálidos, creando una atmósfera mágica. Aunque, si conseguís aparcar en agosto, cualquier momento es bueno para adentrarse por la senda.
Desde el mirador se pueden admirar los imponentes acantilados que caen en picado hacia el mar Mediterráneo, creando un paisaje dramático y majestuoso. El pequeño islote de Colomer, que da nombre al mirador, se alza solitario frente a la costa y es una de las vistas más icónicas del lugar.
Empleamos unos cuatro kilómetros, acompañados de muchas curvas, en alcanzar la playa de Formentor, una de las calitas más hermosas de Mallorca.
Rodeada de pinos que ofrecen sombra natural, es el espacio ideal para pasar una jornada, pues cuenta con zona de servicios; o sea, que hay restaurantes donde poder mover el bigote.
La única pega que tiene la playa —es una epidemia en las Baleares— es el abusivo precio que hay abonar por estacionar el vehículo (nos costó 9€). Al menos lo dejamos a la sombra, bajo la copa de robustos pinos.
Las aguas cristalinas y tranquilas de la playa son ideales para nadar o practicar deportes acuáticos como kayak o paddle surf; eso sí, debido a la presencia de rocas y piedras en el agua, se recomienda el uso de escarpines.
El cabo de Formentor fue un refugio para escritores y artistas durante el siglo XX, atraídos por la belleza y tranquilidad del lugar. Es una lástima que en verano esté tan concurrido.
En la travesía diurna que realicé en barco, desde Alcudia a Barcelona, pude contemplar de cerca el agreste Cabo de Formentor, con sus abruptos acantilados hundiéndose en el mar.
Ubicado en el punto más alejado del cabo, el Faro de Formentor se alza sobre un acantilado a 210 metros de altura. Es el faro más alto de Mallorca, y la mejor forma de verlo es desde el mar, abordo de un gran buque.
En pocos minutos rodeamos los altos acantilados de Formentor, emplazados en el extremo más septentrional de Mallorca. Desde el navío contemplamos el faro y poco después también divisamos otro cabo importante, el de Cataluña.
Una semana en Mallorca en plan relax era lo que me había propuesto acometer antes de que el barco zarpara de Barcelona, y en parte lo conseguí. Nos alojamos en el centro de la isla, en Algaida, pequeña población que ha sabido mantener su ancestral estilo de vida, al margen del turismo de masas.
La casa rural, Casa Borrassos, se encontraba aquí, rodeada de almendros, aislada de poblaciones, de carreteras, de aeropuertos y de guiris bulliciosos. Fue el lugar ideal para disfrutar de una maravillosa semana en Mallorca.
La casa nos proporcionó a los integrantes de este viaje el descanso que necesitábamos y, debido a su genial sitiuación, nos brindó la oportunidad de conocer bellos rincones de la isla.
Esta ruta transcurre por la Sierra de Tramuntana, que se extiende a lo largo de la costa noreste como si fuera la columna vertebral de Mallorca. Desde Andratx hasta Formentor, se abre todo un paisaje verde que resiste los envistes del turismo de masas igual que lo hace al viento cuyo nombre la ha bautizado.