Parque Nacional de Garajonay |
Esta ruta comenzó de madrugada en Puerto de la Cruz. No tuvimos tiempo de desayunar en el hotel porque nuestro barco partía hacia La Gomera a las nueve de la mañana desde el puerto de Los Cristianos. Madrugar nos sirvió para eludir los grandes atascos que se forman en la autovía TF-1, cuando los tinerfeños acuden en tropel a trabajar a los hoteles del sur de la isla.
Zarpamos a las nueve en punto de Los Cristianos, en el ferry Volcán de Taburiente, que iba cargado de vehículos y de pasajeros. La travesía duró media hora.
Ferry a La Gomera. Los Cristianos |
Ferry a La Gomera. Travesía |
Llegamos al puerto de San Sebastián de La Gomera de buena mañana, tras haber cubierto la travesía marítima desde Tenerife, ¡oh, milagro!, sin haberme mareado. En el muelle principal montamos en el autocar de la compañía Direct Excursions y acto seguido iniciamos la visita a la isla.
Abandonamos San Sebastián por el barranco de la Villa y en la parte superior, antes de acometer uno de los muchos túneles que posee la carretera del norte (GM-1), realizamos un alto en el mirador Manaderos para contemplar San Sebastián y el Parque Nacional de Garajonay.
Tras un primer descenso por la cara norte de la isla, nos detuvimos brevemente en la cuneta para asomarnos al mirador de Hermigua, que nos brindó excelentes vistas de los barrancos que abrazan a esta población.
A continuación, una vez alcanzamos el fondo del valle, volvimos a detenernos, esta a vez a las afueras de Hermigua, población rodeada de cedros que basa una buena parte de su economía en las plataneras.
Hermigua |
Hermigua |
Finalmente, a pocos kilómetros del mar, alcanzamos Agulo, pintoresco pueblo anclado en un anfiteatro rocoso que mira al Atlántico. Almorzamos en un restaurante de la localidad, con demostración del silbo por parte de varios lugareños.
El Parque Nacional de Garajonay tiene una superficie superior al 10% de la isla. Ocupa la parte superior del territorio, con cotas que alcanzan los 1.400 metros de altitud. Está formado por la laurisilva, un bosque fresco y húmedo cargado siempre de humedad que se remonta a la Era Terciaria, por lo que está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El bosque está frecuentemente envuelto en un mar de nubes, entre las que sobresalen los picos de varios roques de origen volcánico, como el roque de Agando, el más fotografiado del parque.
Desde Agulo parte una estrecha carretera hacia el Parque Nacional de Garajonay. En un continuo ascenso gana metros de forma vertiginosa, sorteando barrancos de infarto. Una vez accedimos al Parque Nacional nos detuvimos en el privilegiado mirador de Vallehermoso, un sorprendente enclave con unas vistas alucinantes de Vallehermoso, el municipio más extenso de La Gomera.
Minutos después llegamos a Laguna Grande, en el corazón del Parque Nacional de Garajonay. Aquí, junto a una laguna seca (en época de lluvias suele llenarse), se encuentra el Centro de Visitantes.
El principal atractivo de Laguna Grande lo constituyen los muchos senderos que se adentran en el frondoso bosque. Alrededor de la laguna, sin alejarnos mucho del Centro de Visitantes, realizamos un corto paseo a pie por entre la tupida laurisilva. Se puede decir que entramos en simbiosis con el Terciario.
Laurisilva. Laguna Grande |
Laurisilva. Laguna Grande |
La última parada dentro del Parque Nacional fue para contemplar el Monumento Natural de los Roques, las formaciones geológicas más impactantes de la isla, destacando groso modo el Roque de Agando.
Los Roques |
Roque de Agando |
Abandonamos el Parque Nacional y nos zambullimos de lleno en un prolongado y serpenteante descenso por la carretera GM-2, trazada por el centro de la isla, y que une San Sebastián con Valle Gran Rey.
A media tarde, con el tiempo justo para embarcar a Tenerife, realizamos una visita exprés al centro histórico de San Sebastián de La Gomera. En poco más de una hora visitamos sus principales monumentos: la Torre del Conde, antigua forataleza del siglo XV reconvertida en el actual museo de América; la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y, en la calle Real, la ermita de San Sebastián y la Casa de Colón, lugar donde se alojó Cristóbal Colón antes de partir con sus naos a descubrir las Américas.
A media tarde zarpamos de San Sebastián a bordo del Volcán de Taburiente, el mismo ferry que nos llevó a La Gomera esa mañana. En media hora alcanzamos el tinerfeño puerto de Los Cristianos.