En Semana Santa el valle de Lozoya se llena de visitantes. Madrid está muy cerca, y, si pretendéis almorzar en algún restaurante de la villa, no conviene llegar tarde. Como llegamos antes de la una encontramos mesa en el restaurante Leoncito, situado en la carretera M-604, cerca de la plaza Antonio Blanco (buena comida, excelente atención y precio económico).
El restaurante cuenta con un aparcamiento privado gratuito para los clientes, que está situado frente al edificio. Por esas fechas, tuvimos la suerte de ver caballos pastando en la pradera anexa.
La plaza Antonio Blanco es la principal zona de servicios de Lozoya. Aquí veréis restaurantes y comercios, y es el inico de nuestra ruta a pie por el casco viejo.
Por un lateral de la plaza discurre el pequeño arroyo de la Fuensanta, un riachuelo de aguas cristalinas que nace en el pico del Reventón y que desemboca en el embalse de Pinilla.
El casco urbano de Lozoya está ubicado en la falda solanera del monte Reajo Alto, a una altitud de 1.116 metros sobre el nivel del mar. Sus calles son estrechas y os proporcionarán algo de sombra si decidís abordarlas a la hora de la siesta.
En la calle Juan Martín veréis algunos ejemplos de arquitectura tradicional, como la Casa de los Suárez de la Concha, del siglo XVI. Esta familia de hidalgos procedía de Cantabria y Asturias y se dedicó al negocio de lanas y paños.
La calle Juan Martín pasa cerca de la plaza Mayor. Situada en el centro de la villa, aquí se alza el Ayuntamiento, construido en 1698, y que en sus orígenes fue la casa de la familia Contreras.
La plaza Mayor está empedrada con bloques de granito de perfecta labra y corte que forman un dibujo circular radial. Junto a las farolas de corte Fernandino y a algunas viejas casas que aún se aguantan en pie, le dan un toque rústico.
En la parte trasera del Ayuntamiento, pegado a su fachada, se encuentra el rollo de Lozoya, una picota del siglo XIII, más o menos ornamentada, sobre la que se exponían, colgados en sus pinchos, los reos y las cabezas de los ajusticiados por la autoridad civil.
Recientemente restaurada, la fuente de los cuatro caños (del año 1791), recibe su nombre de los cuatro surtidores agrupados en parejas en sendos poyetes por los que mana el agua que se acumula en un gran pilón rectangular de piedra.
Tradicionalmente, la fuente fue empleada como abrevadero para el ganado de los vecinos del pueblo. Su agua es muy apreciada en el pueblo por su sabor y frescura.
La última visita en Lozoya, obligada cuando das una vuelta por un pueblo pequeño, corresponde a la iglesia parroquial del Salvador, que tiene su origen en el siglo XVI y que fue restaurada posteriormente tras el incendio que sufrió durante la Guerra Civil.
Iglesia del Salvador |
Iglesia del Salvador |
La iglesia está declarada Bien de Interés Cultural desde 1983. Consta de tres naves separadas por pilares y destaca por la portada plateresca y por la ventana renacentista de la sacristía, que no vimos por estar cerrada.