A dos kilómetros de Rascafría, en dirección al puerto de Cotos, se encuntra el Real Monasterio de Santa María de El Paular, que fue durante 450 años un monasterio cartujo, desde su fundación en 1390. Actualmente, desde 1954, es una abadía benedictina que se puede visitar.
Era Semana Santa. Los aledaños del monasterio estaban cerrados con una cadena y no se podía aparcar para verlo de cerca. Nos conformamos con admirarlo desde la carretera, en un pequeño espacio cercano al Puente del Perdón. Este puente, de granito y tres arcos, fue construido a mediados del siglo XVIII para salvar las aguas del río Lozoya.
En Semana Santa, aunque sea un sábado tarde, cuesta aparcar en Rascafría. Si os acercáis al arroyo de Artiñuelo, veréis una zona de estacionamiento libre. Luego sólo debéis remontar su cauce para llegar al centro del pueblo.
El arroyo Artiñuelo atraviesa el núcleo antiguo de Rascafría. Son muchos los puentes que lo cruzan y las casas que se asoman a su cauce. Acceder al pueblo paseando por la ribera del riachuelo, bajo las sombras de los árboles, os reconfortará si, como ocurrió ese día, el calor aprieta.
Si remontáis el arroyo hasta el parte de atrás del Ayuntamiento veréis un pequeño puente que salva las aguas del río Artiñuelo. Se trata del puente de Manola, una estrecha pasarela con forma de plaza que cuenta con dos banquitos de madera.
Junto al puente se encuentra la Manola, una escultura de bronce que representa a las mujeres que antaño bajaban al arroyo a lavar la ropa.
Los alrededores de Rascafría, con el citado monasterio del Paular o el Parque Nacional de Guadarrama, acaparan la atención de los visitantes que llegan a esta zona del valle de Lozoya. Pero la villa, con su arquitectura tradicional serrana, también merece una visita tranquila.
En la plaza de España o plaza de la Villa, por ejemplo, veréis el Ayuntamiento, un edificio de estilo neomudéjar terminado antes de 1915, que en principio estuvo destinado a usos institucionales, educativos y sanitarios.
Como suele ser normal en tierras castellanas, riojanas, vascas... un espacio de la villa está reservado al frontón. En este caso lo han colocado adosado al Ayuntamiento. O quizá fue al revés, el edificio se adosó al frontón.
Grande, muy grande es la iglesia parroquial de San Andrés, mandada construir en el siglo XVI por un arquitecto local, lo cual ya es de destacar.
La torre del campanario mide más de 22 metros y tiene su origen en 1561. El chapitel de pizarra que lo corona es de mediados del siglo XX, fruto de una restauración como consecuencia del impacto de un obús que sufrió el edificio en la Guerra Civil.
Alrededor de la iglesia, en la plaza de Trastámara o en la calle de los Reyes, veréis más ejemplos de casas tradicionales típicas de Rascafría, algunas de ellas centenarias, que llevan muy bien el paso de los años.