Tardamos 35 minutos en llegar a Egina desde El Pireo, a bordo de un rápido catamarán. Egina se halla en el centro del golfo Sarónico, en el mar Egeo. Su capital, Egina, es uno de esos lugares tranquilos donde se respira paz y tranquilidad.
El puerto es uno de los lugares más pintorescos de la ciudad, con una mezcla de barcos de pesca tradicionales y yates modernos. Rodeado de cafeterías, restaurantes y tiendas, es un lugar ideal para pasear y disfrutar de la vista al mar.
En el muelle principal del puerto comercial se alza la capilla de San Nicolás, destinada a la protección y amparo de los marineros que faenan diariamente en altamar.
Llegamos a Egina la hora de almorzar y mientras recorríamos el paseo Marítimo, con sus puestos de fruta y sus terrazas atestadas de mesas aguardando comensales, fuimos ojeando los menús de los bares.
Egina es famosa por sus pistachos, considerados entre los mejores del mundo. En el mercado local, podéis comprar pistachos frescos y productos derivados, como mantequilla de pistacho y dulces.
Al final del paseo Marítimo se alza la iglesia Isodia Theotoku, de estilo ortodoxo. Desde el muelle donde atracó nuestro barco vimos este imponente edificio, que destaca por encima de las casitas que se asoman al puerto.
Finalmente nos decantamos por comer junto al mercado de pescado, en la taberna Ágora. Y como no podía ser de otra manera, tratándose del puerto, degustamos buenas raciones de pescado y calamares a buen precio.
La cocina local incluye platos típicos griegos como el souvlaki, el pescado fresco y, por supuesto, los pistachos de Egina.
Más tarde, en una terraza que daba al puerto, tomamos unos exquisitos cafés frapé, servidos con pajita y en vaso largo, especialidad griega de la que di buena cuenta años atrás.
A continuación recorrimos a pie el núcleo antiguo de Egina. Abordamos calles peatonales y otras que no lo eran tanto, caso de la calle Mayor.
Al final de la adoquinada calle Mayor vimos la torre de Markellos, de planta cuadrada, el edificio más destacado del centro de Egina.
Esta excursión vespertina a Egina comienza en la ateniense estación de metro de plaza de Monastiraki. Tomamos el suburbano y en media hora alcanzamos la moderna estación término de El Pireo, una vieja conocida para mí. En el interior del edificio admiramos algunos cuadros relacionados con el principal puerto de Atenas.
En la zona portuaria compramos dos billetes de ida y vuelta para la isla de Egina (23€ cada uno). El regreso estaba abierto, podíamos elegir hora y barco.
"Vuestro barco zarpa en diez minutos", nos dijo el empleado de la taquilla. Caminamos raudos hasta el muelle donde se hallaba nuestro transporte, un catamarán de la compañía Flying Dolphin que sólo admitía pasajeros. A las 12:50 zarpamos hacia Egina.