Montblanc es la capital de la Conca de Barberà. Su perfecta ubicación, al este de las Montañas de Prades, la hace ideal para descubrir este agreste entorno. Si llegáis en coche a la villa, encontraréis aparcamiento cerca del Pont Vell o Puente Viejo, del siglo XII, que cruza el río Francolí.
El centro histórico de Montblanc, levantado en el siglo XII, está rodeado por una alta muralla, y constituye un conjunto medieval de gran interés arquitectónico. La muralla refleja la relevancia histórica y la necesidad de defensa que tuvo la ciudad durante la Edad Media.
La muralla es uno de los elementos más destacados y emblemáticos de esta encantadora localidad. Fue construida en el siglo XIV, durante el reinado de Pedro III de Aragón, con el propósito de proteger la villa de posibles invasiones y ataques.
Torre de los Cinco Cantones |
Torre de los Cinco Cantones |
La muralla original tenía una longitud de aproximadamente 1,5 kilómetros. Actualmente cuenta con alrededor de 30 torres, muchas de las cuales se conservan en buen estado. Algunas de las más destacadas son la Torre de los Cinco Cantones y la Torre del Portal de Bové. La Torre de los Cinco Cantones tiene forma poligonal, y es única en su diseño.
La muralla incluye varias puertas de acceso, siendo las más importantes el Portal de Sant Jordi, el Portal de Sant Francesc, el Portal del Castell y el Portal de Sant Antoni.
A través del Portal de Sant Antoni accedimos a la peatonal calle Mayor. Aquí, entre viejas casas que exhiben fachadas de piedra, se localizan varias tiendas donde adquirir los productos típicos de la zona.
Casi al final de la calle Mayor se encuentra la iglesia de Sant Miquel, de estilo románico. Es una de las iglesias más antiguas de Montblanc, ya citada en el siglo XIII.
En el centro de Montblanc, rodeada de edificios históricos, se localiza la plaza Mayor. Es el lugar perfecto para disfrutar del ambiente local y de la gastronomía de la zona.
La plaza acoge el Ayuntamiento de Montblanc y la Casa Desclergue, una vivienda construida en el siglo XVIII que se caracteriza por sus porches.
Cerca de la plaza podéis acercaros a la Font Major, una curiosa fuente de tres caños con un canal a su izquierda. La fuente está realizada en sillar trabajado y destaca por su frontón clásico. Fue construida a finales del siglo XVIII.
Unas calles al norte de la plaza Mayor se alza la iglesia de Santa María la Mayor, un edificio gótico que presenta un bello pórtico renacentista y un gran rosetón.
El interior de la iglesia alberga una nave única con capillas laterales y un impresionante retablo mayor. Si queréis verlo, tendréis que abonar los 3€ que cuesta la entrada.
Si recorréis a pie el perímetro de la muralla, os sorprenderá descubrir el Foradot, una pequeña puerta rematada en arco de medio punto por el que no cabe ni un coche.
Si queréis contemplar una buena panorámica de los baluartes de la muralla y de las montañas de Prades, debéis auparos hasta el Pla de Santa Bárbara. Tendréis la ciudad a vuestros pies.
En el pla o cerro de Santa Bárbara se hallan los restos del castillo de Montblanc, documentado desde 1170. Entre los siglos XIII y mediados del XIV, la villa vivió un gran crecimiento demográfico y la vida se fue trasladando más abajo del altozano primitivo.
El Castillo fue abandonado y con sus piedras se construyeron algunos de los grandes palacios que todavía hoy señorean la población.