Esa tarde, tras la visita a Vigo y Cangas, partimos hacia Baiona por la carretera de la costa. Tras cubrir los 30 km de rigor, estacionamos el vehículo en el paseo marítimo, con la ría de Vigo como fiel testigo.
En el paseo marítimo podréis ver edificios con las típicas cristaleras blancas en sus fachadas, similares a las de La Coruña. También podréis admirar el Monumento al Marinero, del año 2004.
Podríamos haber visitado en primer lugar el centro histórico; sin embargo, decidimos aventurarnos hasta la fortaleza de Monterreal caminando de forma relajada por el paseo marítimo, contemplando las muchas barcas que se hacinaban en el puerto deportivo.
En un apartado muelle del puerto deportivo se halla la réplica exacta de la Carabela Pinta, la embarcación que llegó a Baiona en 1493 con la noticia del descubrimiento de América. Su interior alberga un museo.
Al final del paseo marítimo y del puerto, en el istmo que separa las playas de Ribeira y Cuncheira, se localiza el parque de la Palma, un lugar que invita al descanso cuando luce el sol. En la entrada a la explanada veréis la estatua de Alfonso IX.
En la parte alta de la plaza de la Palma, a los pies de la muralla de la fortaleza de Monterreal, se alza el Monumento Encuentro entre dos Mundos, del año 1993.
Realizado en granito, el Monumento está colocado en el lugar donde fue enterrado el primer indígena americano muerto en Europa. Hemos de suponer que su cuerpo ya no sigue allí.
Desde el monumento tendréis una buena vista panorámica del puerto deportivo, con el parque de la Palma a vuestros pies. El parque es ideal para relajaros, y si vais con niños los podréis entretener un rato.
Desde el paseo marítimo se divisa la fortaleza de Monterreal, una impresionante fortificación levantada en el monte Boi entre los siglos XI y XVII.
La fotaleza abarca varias épocas, desde la medieval hasta el renacimiento, y destaca por sus tres kilómetros de muralla. En la actualidad acoge un Parador Nacional de Turismo.
El paseo del Monte Boi bordea el recinto de la fortaleza por el exterior. Por él se accede a las playas de Frades y Barbeira, aunque si viajáis a Baiona en marzo, deberéis contentaros con admirar el romper de las olas en el promontorio rocoso.
Al inicio de la senda, entre la playa de Cuncheira y la muralla de la fortaleza, podréis ver el hórreo del Monte Boi. Su interior aloja un pequeño cruceiro.
Se puede rodear el monte Boi por esta fantástica senda, pero nosotros, que íbamos con un carricoche, preferimos quedarnos en el Mirador del Parador de Baiona. Con forma de quilla de barco, el lugar es ideal para tomar fotos de la costa, las islas Cíes y el océano Atlántico.
El conjunto histórico de Baiona se encuentra en el centro del municipio y ocupa un círculo casi cerrado. Tiene tres entradas: por la plaza de Santa Liberata, por la plaza del Padre Fernando y desde el Cruceiro de la Trinidad.
Accedimos al centro histórico por la plaza del Padre Fernando. Aquí se localiza el convento de las Dominicas, levantado en el siglo XVI junto a los límites de la antigua villa.
Las calles empedradas del centro histórico muestran numerosos caserones señoriales con blasones en sus fachadas.
Dos templos merecen la pena contemplar en Baiona: la Ex-Colegiata de Santa María, del siglo XIII, con aspecto fortificado y estilo ojival románico, y la capilla de la Misericordia, del siglo XVII.
La calle Ventura Misa, un estrecho pasaje peatonal, nos enseñó lo mejor de la villa. Junto a la capilla vimos el edificio del Consello Comarcal, con sus banderas ondeando al viento.
Consello Comarcal |
Calle Ventura Misa |
También vimos pequeñas plazas con encanto, una de ellas, ubicada entre Ventura Misa y el paseo marítimo, fue la plaza Pedro de Castro, con su extraño monumento de piedra en el centro.
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La primera jornada en Pontevedra la dedicamos a la ría de Vigo, visitando Vigo, Cangas de Morrazo y Baiona. Si viajáis en temporada baja, como fue nuestro caso, ganaréis tiempo en las visitas, porque apenas encontraréis turistas.