Tardamos algo más de media hora en llegar al aparcamiento de los molinos desde la ciudad de Tui. El tramo final, atravesando el municipio de O Rosal, fue el más complicadillo, pues debíamos seguir las indicaciones y tratar de no perdernos.
Estacionamos el coche en un descampado de tierra situado junto a los Molinos de Laxes o Losas. Uno de ellos se utiliza como punto de información.
Un cartel situado junto al punto de información indica el inicio de la senda de los Molinos, la PR-G94. Ante vosotros se abre una zona encharcada repleta de hierba por la brotan hilos de agua.
Los primeros metros de la senda son un pelín empinados, pero se ven gratamente recompensados por la presencia de un riachuelo. El río Folón queda en un nivel más bajo.
La senda está correctamente señalizada. Cada ciertos metros veréis marcas de pintura blanca y amarilla en palos verticales, piedras y troncos de árboles. Algunos riachuelos, como el de la foto, deberéis vadearlos a pelo, sin puente que valga.
Y unos metros más adelante volveremos a vadear el citado riachuelo por un par de puentes de madera. Estamos en los Molinos del Padín, uno de los enclaves más interesantes y bonitos de la senda.
A medida que se sube el monte se van viendo los molinos salpicados a lo largo del camino. Hay muchos, e incluso en algunos tramos hay mesas de piedra para los que deciden ir allí a comer.
Al final de los Molinos del Padín veremos un cartel indicativo que nos obliga a girar a la derecha, apartándonos del carril más ancho y tomando una nueva senda que se aproxima al valle del río Folón.
La nueva senda tiene tramos empinados y pedregosos. A nuestra derecha, el río Folón discurre por el fondo del valle, ni siquiera se ve. Lo que sí observaremos, en la orilla opuesta, son los primeros Molinos de Maceira, con el sol de la tarde iluminando sus fachadas.
Por fin, tras completar una media hora de subida, alcanzo los Molinos de Maceira dispuestos en cascada. Me pareció un regalo para la vista.
El número de molinos ronda los 24 ejemplares colocados uno sobre otro, salvando un desnivel de unos 75 metros de altura. El más antiguo de ellos data del año 1700.
Cada molino tiene una estructura de piedra sencilla, pero están ingeniosamente conectados para aprovechar al máximo la fuerza del agua, formando un sistema hidráulico en cascada.
Los molinos fueron utilizados principalmente para moler cereales como maíz y trigo, y eran gestionados por las comunidades locales, quienes trabajaban de manera colaborativa.
![]() Molinos de Maceira en cascada |
![]() Molinos de Maceira en cascada |
Algunos molinos tienen grabados en sus piedras que representan herramientas, fechas de construcción y motivos religiosos.
Los molinos no sólo destacan por su valor histórico y funcional, sino también por su perfecta integración en el paisaje natural y su belleza escénica.
En los molinos de Maceira, aparte de observar pequeños arroyos y cascadas, en días despejados podréis contemplar el valle del río Miño y el océano Atlántico. Ese día tuve suerte.
El Bajo Miño ocupa un área muy bien definida, abarca desde el estuario (desembocadura) hasta la provincia de Orense. La orilla norte pertenece a la provincia de Pontevedra y la sur a la vecina Portugal. Esta jornada en coche, la cuarta, transcurre a caballo entre España y Portugal.