Río Anduña. Ochagavía |
Esta ruta, la última que realizamos en el Pirineo navarro, parte de Ezcároz, pequeña villa repleta de grandes casonas de fachadas blancas donde habíamos fijado nuestra residencia.
La Casa Jauregui, situada en una curva de la carretera, junto al puente que salva las aguas del impetuoso río Salazar, supuso el inicio de nuestra singladura por los valles de Salazar y Roncal.
El primer tramo, de paso obligado entre Ezcároz y Ochagavía, transcurrió por el valle de Salazar, todo un ejemplo de naturaleza pirenaica, con sus extensos bosques de pino silvestre y sus hayedos.
El otoño se manifestaba en toda su plenitud, con los colores rojizos cincelando las laderas de las montañas. Tras quince minutos de apacible travesía alcanzamos Ochagavía. Desde uno de los puentes del río Anduña tuvimos una buena estampa de la villa, con el puente Medieval al fondo.
Situado al norte del valle de Salazar, a 764 metros de altitud y en la confluencia de los ríos Anduña y Zatoia, Ochagavía se presenta como uno de los pueblos más típicos del Pirineo navarro. Buena parte de sus casonas están edificadas sobre la colina que domina los ríos Zatoya y Alduña. Caminando por sus empinadas callejuelas empedradas descubriréis excelentes miradores.
Si decidís auparos hasta alguno de estos miradores, no debéis pasar por alto la monumental iglesia-fortaleza de San Juan, con su peculiar cubierta negra y su alto campanario sobresaliendo por encima de los tejados.
El interior del templo guarda un interesante retablo renacentista de San Juan, que seguro complacerá a los amantes de este tipo de arte eclesiástico.
Ochagavía destaca, por encima de todo, por su arquitectura tradicional pirenaica, palpable en viejos edificios construidos en piedra y madera, como la Casa Burret, del siglo XVI.
A ambos lados del río Anduña tenéis más ejemplos del cuidado caserío que se asocia con esta imagen idílica que desprende este pueblo.
Los valles de Salazar y Roncal están unidos por carretera a través del puerto de Laza, situado a 1.120 metros de altitud.
Desde Ochagavía alcanzamos el puerto siguiendo el cauce del río Anduña, con sorpresa incluida al coronarlo, pues un manto de nieve cubría buena parte de la carretera y el bosque.
Tras superar el puerto de Laza, iniciamos el descenso por el valle del Roncal siguiendo el cauce del río Uztárroz, hasta Isaba, población donde se une el valle de Belagua y comienza el río Escá.
Isaba es un precioso pueblo empedrado con cuidados caseríos apiñados, tejados inclinados y humeantes chimeneas. En el centro destaca la majestuosa iglesia-fortaleza de San Cipriano, del siglo XVI.
Recorrimos el valle del Roncal de norte a sur, sin prisas, contemplando los espesos bosques que se extienden por las laderas de las montañas. Pasamos por Roncal, la capital del valle, sin detenernos, y a un par de kilómetros río abajo giramos a la izquierda iniciando así la ascensión al puerto de Matamachos, de 1.142 metros de altitud.
En la cumbre de este puerto, divisorio entre Navarra y Huesca, contemplamos la cumbre nevada de la Mesa de los Tres Reyes, de 2.428 metros de altitud, el pico más alto de la zona, cuya frontera comparten Navarra, Aragón y Francia.