El Ratón de Guetaria |
La pensión Ametzagaña tenía algo bueno, su situación en un nudo de carreteras. Precisamente, por las GI-40 y GI-20 fuimos a parar a Usurbil sin pagar peaje. Desde esta población, descendiendo junto al río Oria por una vía de doble sentido, llegamos a Orio, localidad pesquera ubicada en la desembocadura del Oria. Aparcamos momentáneamente en la plaza Herriko, junto a la ría, y echamos un rápido vistazo al Ayuntamiento, a la iglesia y a algunas casonas. Seguidamente reanudamos la marcha hacia Zarauz.
Tardamos diez minutos en alcanzar las afueras de Zarauz, villa que se ha hecho famosa gracias a su amplia playa (de larga tradición surfista) y por ser la patria chica de Karlos Arguiñano, genial cocinero que cuenta con un peculiar restaurante ubicado a pie de arena. Una estatua de bronce da la bienvenida a aquellos que se acercan al local.
Estacionamos el coche al sur de la carretera, en una zona libre de pago. Primeramente nos acercamos al centro de la villa para ver el conjunto monumental, catalogado de Bien Cultural. De su amplio catálago arquitectónico destacan torreones, casonas, ermitas, conventos, el mercado y palacios como el de Sanz Enea o el de los Narros, ubicado junto a la playa.
Cuatro kilómetros separan Zarauz de Guetaria. Se pueden cubrir a pie por una acera que bordea la costa o por carretera, en cinco minutos, como fue nuestro caso. De Guetaria sabía una cosa, que de allí era oruindo Juan Sebastián Elcano, el primer navegante que dio la vuelta al mundo, glorificando así a la marina española. Gracias a él, y al bueno de Magallanes, España se consolidó como una potencia naval, sembró de colonias medio planeta y difundió el castellano por estos territorios.
Lo que no sabía es que Guetaria, un núcleo pequeño ubicado junto a un peñón (monte San Antón o "Ratón"), contaba con dos estatuas y un monumento erigidos en honor a Elcano. En el centro histórico, estatuas aparte, paseamos por la calle Mayor (comimos pinchos elaborados en una taberna) y vimos la iglesia de San Salvador, templo gótico con dos torres y una planta irregular que se adapta al terreno. Para los amantes de la moda, Guetaria alberga el museo de Cristóbal Balenciaga, que acoge muchas de sus geniales creaciones.
La siguiente población que apareció en escena, al oeste de Guetaria, fue Zumaia. Primeramente aparcamos de forma gratuita en un aparcamiento ubicado a las afueras del pueblo, al otro lado del río Urola, pero esto nos obligaba a caminar de lo lindo para alcanzar el centro histórico, y decidimos subir al coche y estacionarlo en zona de pago próxima al centro.
Visitamos los principales puntos de interés de la villa (antigua estación, puerto, iglesia de San Pedro), y luego nos dirigimos a pie (diez minutos) a Izurun, espectacular playa integrada en el parque Natural del Geoparque. El Geoparque (patrimonio de la UNESCO) guarda un tesoro excepcional, el Flysh, una curiosa formación de capas de roca que a lo largo de 13 km de acantilados y playas muestra, a modo de enciclopedia, más de 60 millones de años de la historia de la Tierra.
Teníamos la intención de finalizar esta ruta costera en Motriku, pero no lo hicimos por dos motivos: porque la carretera que la unía con Deba estaba en obras y porque se nos echó la tarde encima; además, la niña estaba cansada de ver pueblos. Deba, villa que cuenta con una agradable playa, supuso el punto final. Deba destaca también por su iglesia dedicada a Santa María la Real y por los acantilados del Flysh, que forman parte del Geoparque.
Previamente, en la carretera de Zumaia a Deba, nos habíamos detenido unos minutos en el alto de Itziar, que alberga el santuario homónimo. El pueblo era insignificante, con un par de calles y un bar; y el santuario, pues eso, un enorme templo que estaba cerrado al público.