El inicio de esta ruta volcánica se encuentra en el aparcamiento del volcán Santa Margarida. No tuvimos forma alguna de evitar pagar los 4€ que costaba estacionar el vehículo.
En el aparcamiento, tras cruzar la carretera GI-524 por un semáforo, nos incorporamos a la senda nº 15, un carril estrecho y asfaltado que es apto para vehículos. Si os acompañan niños, deberéis tomar precauciones.
Desde el carril asfaltado tendréis una buena panorámica del volcán Croscat, cubierto de una espesa vegetación. El Croscat es uno de los volcanes más jóvenes de la región, con una última erupción que data de hace unos 11.000 años.
Transcurridos unos 700 metros, a la altura del restaurante Masnou, tomamos un desvío a la izquierda. La nueva senda de tierra se aproxima a la base del volcán en un prolongada y suave subida (también se puede continuar por el carril y tomar un segundo desvío).
Rodeamos la base del volcán por un tramo de bosque. Estamos en la Reserva Natural del Croscat, caracterizada por una rica flora y fauna local, con bosques de robles y encinas.
El sendero está perfectamente señalizado, incluso con empalizadas. Es accesible y adecuado para la mayoría de los visitantes, incluyendo familias con niños. Para los más avezados existen rutas más largas que conectan con otros puntos de interés en el parque.
Tras acometer un pequeño descenso llegamos a la oficina de información turística, una caseta atendida por eficiente personal. En su interior nos abastecimos de mapas y folletos de la zona.
A partir de la oficina de turismo la senda prosigue hacia el cráter del Croscat, al cual se accede tras cubrir un pequeño repecho. Y lo primero que veremos es el gredal del volcán.
El Croscat es el volcán más alto de la península Ibérica, con 160 metros de altura relativa y una base de 950 metros de diámetro. Su silueta cónica está desfigurada a causa de la intervención del hombre, lo que nos ha permitido contemplar un cráter en forma de herradura (gredal, o gredera en catalán).
En la pared del cráter se superponen diferentes estratos de colores que van del negro al ocre pasando por toda una gama de rojos. Contemplar las coloridas franjas fue alucinante, una imagen que difícilmente se olvida.
La senda rodea el gredal del Croscat con el fin de poder admirar esta obra artificial desde diferentes ángulos. Podréis contemplar el contraste entre las rocas volcánicas, las cicatrices de la explotación minera y el verde de la vegetación.
El regreso a la oficina de turismo os conducirá al Mirador del Gredal, que nos ofrece unas vistas impresionantes de la estructura geológica. Veréis las capas internas del volcán, proporcionando una vista única de su formación.