La habíamos visto la tarde anterior, cuando hicimos el paseo del Huécar. Esa mañana, empero, sí atravesamos la Puerta de Valencia para iniciar así esta interesante ruta por el centro histórico.
Recordemos que la Puerta de Valencia constituye uno de los principales accesos al casco viejo. Frente a la Puerta, al otro lado del río Huécar, se alza el monasterio de la Inmaculada. De gran valor histórico, el monasterio tiene gran protagonismo en la Semana Santa de Cuenca. Se puede visitar su iglesia, pero no su interior.
Iniciamos el ascenso a la Ciudad Alta por el barrio del Salvador. Aunque hace calor, las sombras que proporcionan los edificios nos permite caminar sin tantos agobios. La primera parada en la ruta es frente a la monumental fachada de la iglesia del Salvador, templo levantado en la Baja Edad Media.
Cerca de la iglesia, en el corazón del barrio del Salvador, se ubica la tranquila plaza de Santo Domingo. En su centro veréis una fuente de granito con un pilón de grandes dimensiones. La plaza le debe su nombre a la antigua iglesia de Santo Domingo, de la que sólo se conserva la torre.
Ahora caminaremos por la peatonal calle Federico Muelas, que nos conduce hasta la Puerta de San Juan. Conocida también como la Puerta de la Lana, antiguamente fue una de las entradas a la ciudad desde la hoz del Júcar.
Puerta de San Juan |
Puerta de San Juan |
Se dice que Alfonso VIII y sus caballeros, cubiertos con pieles de oveja, utilizaron esta puerta para acceder a la ciudad y conquistarla. Si cruzáis por ella tendréis unas buenas vistas de la hoz del Júcar y de los edicios que a ella se asoman.
Ahora tomaremos la calle del Peso para acercarnos a la iglesia de San Andrés. Si algo abunda en Cuenca son los templos religiosos; el de San Andrés, en concreto, es del siglo XVI y destaca por tener una planta trapezoidal.
En la parte trasera de la iglesia de San Andrés se halla el Mirador de San Gil, una de las muchas atalayas que posee la Ciudad Alta de Cuenca. Este privilegiado enclave os permitirá contemplar la iglesia de San Felipe Neri, construida en el siglo XVIII en estilo barroco, y las ruinas de la antigua iglesia de San Gil, entre las que destacan su alta torre.
A unos metros del Mirador de San Gil, en la calle de Santa Catalina, se alza la iglesia de Santa Cruz. Su fachada es muy bonita. Construida en el siglo XVI, actualmente acoge un Museo de Arte Moderno. La entrada es gratuita y se puede ver la colección Roberto Polo.
Hasta ese momento habíamos evitado el tráfico rodado caminando por estrechas callejuelas. Pero la suerte cambió. Tocó acometer el principal, y único eje, que vertebra la Ciudad Alta, la calle Alfonso VIII. En ella, a la altura del túnel excavado en la Guerra Civil, podréis ver la Casa-Palacio Clemente Arostegui, del siglo XVII.
El siguiente edificio de la calle Alfonso VIII que merece la pena echarle un vistazo es la Casa del Corregidor, un palacete del siglo XVIII utilizado como cárcel real, que destaca por su azulada fachada.
La siguiente parada en la ruta corresponde a la plaza de Mangana, una plataforma elevada enclavada en el corazón del centro histórico, el lugar de mayor riqueza arqueológica de la ciudad. Aquí estaba la Alcazaba árabe, las viviendas palaciegas cristianas y la Sinagoga judía, transformada posteriormente en la iglesia de Santa María de Gracia.
En lo más alto de la plaza se alza la Torre de Mangana, una construcción del siglo XVI que parece estar vinculada a la ubicación en ella del reloj municipal; de hecho, la palabra mangana alude al mecanismo del objeto medidor del tiempo.
Concluimos este monumental itinerario en la plaza de la Merced. Situada al final de la calle de Santa María, a medio camino de la plaza Mayor, en ella se alzan dos interesantes edificios: la iglesia y convento de la Merced, un antiguo cenobio edificado entre los siglos XVI y XVII, y la Hospedería del Seminario Conciliar de San Juan, del siglo XVIII.