Esta ruta transcurre a los pies del cerro que acoge el centro histórico de Cuenca, por la primera expansión que hubo extramuros. Comenzamos por la zona de edificios gubernamentales ubicada en torno al parque de San Julián, un remanso de paz arbolado y salpicado de terrazas de bares donde poder tomar algo. En el centro del parque se encuentra el Templete, en cuyo interior podréis ver unos mosaicos preciosos.
Cerca del parque de San Julián, en la calle de las Torres, se alza la Casa de las Rejas, un bonito edificio solariego de estilo barroco. Data del siglo XVI y exteriormente destaca por su portada, escudos y rejas.
La calle de las Torres os acercará a la Puerta de Valencia, un antiguo acceso a través de la muralla de Cuenca. Recomiendo empezar aquí la visita al centro histórico de Cuenca, una ruta que acometimos al día siguiente.
En este cruce de calles vertebrado por el río Huécar se encuentra la citada Puerta de Valencia, el monasterio de la Inmaculada y la iglesia del Santísimo Cristo.
El río Huécar describe una curva en su tramo final, rodea el cerro que acoge el centro histórico de Cuenca. Dicha curva comienza a la altura de la Puerta de Valencia y continúa por la calle de los Tintes, vía que tomamos nosotros.
Si camináis por la calle de los Tintes río abajo veréis pequeños puentecitos con encanto construidos en piedra. El primero está a la altura de la plaza del Cardenal Payá.
Unos metros río abajo daréis con el puente del Pósito, que destaca por su amplitud y por sus escaleritas de piedra perfectamente alineadas.
Cerca del puente se encuentra el Pósito o Almudí, edificio del siglo XVI en el que se almacenaban, compraban y vendían cereales, principalmente trigo, en condiciones módicas.
Río Huécar desde el puente del Pósito |
Río Huécar y puente del Posito al fondo |
La Muralla de Cuenca, construida en época musulmana entre los siglos X y XI, fue modificada tras la conquista cristiana de la ciudad. Posteriormente, entre los siglos XV y XVI, se le abrieron nuevos postigos y se le realizaron diferentes obras de consolidación.
A partir del siglo XVI aparecen nuevas construcciones que se anexionan a la Muralla, utilizando la piedra como parte de la edificación, algo que aún se puede ver en las calles Moneda y Retiro.
Más tarde, en los siglos XVIII y XIX, fue desapareciendo gran parte de sus puertas y de sus lienzos, habiéndose salvado algunos de los elementos actualmente conservados por formar parte estructural de algunos edificios.
El paseo por la margen izquierda del Huécar nos condujo hasta el Puente de la Trinidad, el último gran escollo que debe sortear el río antes de fundirse con el Júcar.
No se puede pasar bajo el puente de la Trinidad, se debe sortear cruzando el vano por la calzada y volver a descender para poder verlo desde el lado contrario. Os gustará más esta perspectiva, con el río formando pequeños saltos.
Los últimos metros del río Huécar transcurren por el parque de la Trinidad, una bonita zona arbolada, muy tranquila y apartada del tráfico rodado. Lo más destacado del parque es el puente de madera que cruza al otro lado del río.
El parque de la Trinidad también destaca por ser el punto de unión de los ríos Huécar y Júcar. Un pequeño salto de agua sella el encuentro de los dos ríos que conforman las profundas hoces que dieron nombre a Cuenca: Konka (los árabes transformaron esta voz iberovasca en Qunka).