Estadio Olímpico |
Estacionamos el coche en el pueblo de Olimpia, pues el acceso motorizado a las ruinas estaba prohibido. Pasamos por las taquillas y accedimos al yacimiento arqueológico en solitario. Y el primer escenario que se abrió ante nuestros ojos fue el Gimnasio.
El primer contacto con Olimpia nos lleva desde el Gimnasio hasta el Estadio Olímpico y discurre por el norte del recinto. A partir del Gimnasio aparecieron las termas Kronion, del siglo II a.C., y restos de templos como el Pritaneión y la Palestra, con sus columnas rodeando su perímetro.
Pequeños edificios van saliendo a nuestro paso, uno de los más destacados es el Filipeión o Filipeo, un monumento circular de orden jónico (parecido a un Tholos) con columnas a su alrededor.
Otro edificio destacado es el templo de Hera o Heraión, del siglo VII antes de Cristo (uno de los más antiguos de Olimpia).
Estábamos en pleno invierno, hacía fresco (no frío), apenas había turistas y las luces, debido al sol bajo, mostraban una Olimpia diferente, muy verde, húmeda y atravesada por largas sombras que de alguna manera nos hacían ver que caminábamos por un lugar misterioso, olvidado, anclado en el pasado.
Estos primeros pasos por Olimpia concluyen en el Estadio Olímpico (siglo V a.C.), que conserva su forma y las gradas (de hierba) intactas pese al paso del tiempo.
Uno de los detalles que llama la atención de esta construcción es la puerta por donde accedían al estadio los atletas, pues todavía conserva el pasadizo abovedado.
Visto el Estadio Olímpico, proseguimos con la visita a Olimpia desplazándonos hacia el sur del yacimiento. Nos detuvimos brevemente junto al Pórtico de Eco (siglo IV a.C.), con su única columna en pie.
Y en la esquina meridional este de Olimpia, en un apartado rincón, vimos las casas de Nerón y del Octógono, de época romana.
El templo de Zeus, del año 470 a.C., brilla con luz propia en el centro de Olimpia, con sus colosales columnas esparcidas por el suelo, y solo una superviviente desafiando el paso del tiempo.
Siglos atrás, en el interior de este suntuoso templo se hallaba la célebre estatua de Zeus sentado en su trono. Realizada por Fidias en oro y marfil, está considerada como una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.
Al este del templo, junto al Pórtico de Eco, veréis la base de Peonio, una curiosa columna con forma triangular levantada en el siglo V a.C. En lo alto se hallaba la estatua de la Victoria, o Niké de Peonio, que actualmente se expone en el Museo de Olimpia.
En la parte meridional del recinto, entre el templo de Zeus y el río Alfeios, vimos el Pórtico Sur (siglo IV a.C.), que se caracterizaba por sus columnas dóricas interiores y la corintias del exterior.
Al oeste del templo de Zeus nos impresionó mucho el taller de Fidias, uno de los edificios mejor conservados de Olimpia. Podéis recorrer el patio, las habitaciones...
El taller fue construido en el año 440 a.C. para que el famoso escultor Fidias realizara la escultura de Zeus en oro y marfil, de 12 metros de altura, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.
Queríamos recorrer todo el recinto, ver todos los templos que un día acogieron a atletas griegos y a nobles ciudadanos romanos. De hecho, los romanos levantaron termas, casas y otros edificios, enriqueciendo de esta manera el patrimonio cultural de Olimpia.
A continuación rodeamos el Leonidio (330 a.C.), edificio de grandes dimensiones construido para alojar personalidades. Junto a él vimos las termas romanas de Leonidio (s. III-VI d.C.), con suelos decorados con bonitos mosaicos. Y rodeando nuevamente la Palestra, encaramos la puerta de salida.
Unos doscientos metros separan, por una verde explanada, Olimpia del Museo Arqueológico, uno de los más importantes de Grecia. En su interior vimos esculturas, vasijas, frisos, estatuas, bustos... pertenecientes a hallazgos realizados en Olimpia, además de varias maquetas del santuario.
En una sala admiramos los mármoles del templo de Zeus, dos impresionantes frontones de más de 26 metros de longitud, decorados con esculturas realizadas en mármol.
Y en otra sala vimos una colección de escultura clásica, entre la que destaca la Niké de Peonio (420 a.C), una estatua colocada en su día delante del templo de Zeus, y el Hermes de Praxítedes (343 a.C.), donde el dios aparece con el niño Dioniso en brazos.
Niké de Peonio |
Hermes de Praxítedes |
Otras estatuas, como las metopas donde se representan los doce trabajos de Hércules, se encuentran en el Museo del Louvre. Aquí pudimos ver algunas copias de ellas, pero no es lo mismo. Los franceses deberían devolverlas, y lo mismo deberían hacer los británicos con las piezas que exhiben en el British Museum. No es lo mismo visitar Olimpia y luego acercarte al Museo Arqueológico para disfrutar de los hallazagos, como era el caso, que encontrártelos a miles de kilómetros, en otro país. Creo que esas esculturas están fuera de contexto, no las valoras como deberías.