Esa mañana habíamos visitado el Parque Natural Lagunas de Ruidera. Partimos de la villa de Ruidera hacia el oeste por la N-430. Pasamos cerca de Alhambra y Mazanares, y transcurrido una hora de viaje alcanzamos Daimiel, la principal localidad que da servicio al Parque Nacional de las Tablas y a los Ojos del Guadiana.
Daimiel se encuentra en un llano al sur del río Guadiana. Su nombre en íberovasco lo deja bien claro: el nacedero que lo empapa todo de agua (Deimel), en clara alusión a los Ojos del Guadiana y a las lagunas de las Tablas.
El corazón de Daimiel, como no podía ser de otra manera, se halla en la animada y porticada plaza de España, que acoge el Ayuntamiento y un buen puñado de bares donde poder degustar los platos de la zona.
A siete kilómetros al noroeste de Daimiel se encuentra la entrada principal del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, un humedal de 1.928 hectáreas que destaca por sus tablas, fruto del desbordamiento de los ríos Guadiana y Cigüela.
El aparcamiento del Centro de Visitantes es el inicio de tres itinerarios por el parque: Laguna Permanente, Prado Ancho y, el que elegimos nosotros, Isla del Pan, de dos kilómetros de longitud.
El camino está muy bien señalizado; al principio y al final discurre entre el bosque, sin presencia de agua. Bueno, ese fío día de enero el agua nos cayó desde el cielo, pues una capa de nubes grises nos acompañó durante toda la visita.
Más adelante aparecen las primeras lagunas de este humedal, prácticamente único en Europa y último representante del ecosistema denominado tablas fluviales, antaño característico de la llanura central de nuestra Península.
La senda sortea las lagunas por medio de pasarelas de madera que unen varias islas, y que resultaron ideales para observar la flora y la fauna autóctonas.
Una parte de las aguas que se desbordan de las lagunas de Ruidera, y que no son recogidas por el embalse de Peñarroya, desaparecen al llegar a la planicie situada al sur de Tomelloso y vuelven a aparecer unos kilómetros más adelante, en los Ojos del Guadiana, que alimentan las lagunas de las tablas.
Ya hemos visto que las raíces euskéricas dei + mel (fuente o nacedero que lo empapa todo) explican la voz Daimiel, relacionada con el humedal, que no vendría del imaginado árabe o del latín. Tabla, en cambio explicaría que el río Guadiana apenas fluye al atravesar esta zona.
Daimiel es un ecosistema complejo que mezcla las características de una llanura de inundación, producida por los desbordamientos de los ríos Guadiana y Gigüela en su confluencia, con la de un área de descarga de aguas subterráneas procedentes de un acuífero de gran tamaño.
Estos desbordamientos, favorecidos por la escasez de pendiente en el terreno (tabla), llevan emparejados el desarrollo de una potente y característica cubierta vegetal que constituye un excepcional hábitat para toda la fauna ligada al medio acuático.