No teníamos un plan definido para nuestro último día en Madrid. Esa mañana, tras abandonar el hotel, nos encaminamos a la Puerta del Sol y a la calle Preciados, con la idea de realizar algunas compras. Porque unas compras en el centro, también forman parte de una estancia en la capital.
Habíamos pasado por la Gran Vía la noche que acudimos al teatro para ver El Rey León. En esta ocasión, a mediodía, una de las principales arterias de madrid era un hervidero. Estábamos en agosto, pero no se notaba, habida cuenta de los muchos vehículos y transeúntes que se movían por ella.
El calor apretaba mientras caminábamos por el centro de Madrid. Las sombras menguaban y no sabíamos qué hacer. Echando mano del mapa descubrimos que estábamos a pocos pasos del monasterio de las Descalzas Reales, levantado en el siglo XVI.
Y en el Madrid cultural que habíamos improvisado, hicimos un hueco en la agenda para visitar este antiguo edificio religioso. La entrada costó 6€ (niños gratis).
Conocido también como monasterio de Nuestra Señora de la Visitación, su interior fue destinado a acoger monjas de clausura, conocidas como clarisas coletinas.
La visita al monasterio incluía las atenciones de un aplicado y disciplinado guía. Él nos condujo por el claustro, las capillas y las diferentes salas donde se exhibían viejos cuadros, enormes tapices, esculturas, sepulcros, etc.
La única pega que tuvo la visita guiada fue que las fotos estaban prohibidas. La severa empleada que nos acompañó, y que se dedicaba a abrir y cerrar puertas y ventanas, se encargó de que nadie desenfundara la cámara o el móvil para tomar fotos. O eso creía ella.
En la plaza de las Descalzas, frente al monasterio homónimo, veréis la monumental Capilla-Portada del arquitecto Pedro de Ribera. Realizada en 1733, se trata de una magnífica puerta de entrada a lo que ahora mismo es el Monte de Piedad.
Si os pilla la hora de comer, en la calle de las Veneras encontraréis el restaurante asturiano Casa Parrondo. Entre semana, el menú costabae 12€, y por supuesto, incluía una botellita de la tan apreciada sidra asturiana.
Dos días atrás habíamos llegado a Madrid Chamartín en un tren Regional procedente de Zaragoza, y como cabía esperar, partimos de la misma estación madrileña en un nuevo tren Regional, con destino a Zaragoza y parada en Arcos de Jalón (Soria), la nuestra.
Pero cuando viajas con Renfe por vías, llamésmolas, secundarias, uno se arriesga a que le pase de todo. Y este viaje de hora y media no fue una excepción: el tren partió de Chamartín con 20 minutos de retraso, no contentos con ello, tuvimos que cambiar de convoy en Espinosa de Henares.