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Mis libros sobre Interrail
Diccionario etimológico y toponímico
Estocolmo. La capital del agua - Suecia   3er Interrail   Julio 1995
ETAPA 3: Barrio de la estación I Gamla Stan (Ciudad Vieja) I Isla Riddarholmen I Puerto Stadsgarden I Crucero por el mar Báltico
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Un nuevo Interrail, el tercero, me condujo otra vez a Estocolmo en compañía de mi colega Isidoro. En esta ocasión, tras la obligada visita a la Ciudad Vieja, zarpamos en un enorme barco con destino a Helsinki, la capital finlandesa. Y lo que vimos a bordo nos dejó asombrados.

estocolmo silla
Crucero Estocolmo-Helsinki


Consejos e información útil

  • Trayectos:
    1/ De Hamburgo a Copenhague y Estocolmo (tren).
    2/ De Estocolmo a Helsinki (barco).
  • Alojamiento: En los asientos de la sala común del barco.
  • Lo mejor:
    - Gamla Stan, la Ciudad Vieja de Estocolmo.
    - Navegar por el extenso archipiélago boscoso que rodea Estocolmo.
  • Lo peor:
    - El despilfarro y el derroche que imperaba a bordo de ese enorme barco.



    La anécdota

    En julio del año 1991, con motivo de mi Primer Interrail, visité Estocolmo en compañía de mis colegas Fernando e Isidoro. En esa ocasión, aparte de realizar la oportuna visita al centro histórico, que incluyó el puerto y la isla de Riddarholmen, pasamos la mañana bañándonos en el lago Mälar, concretamente en la playa de arena de Smedsuddsbadet. Fue una jornada memorable.


    puerto
    Ciudad Vieja desde el puerto

    riddarholmen
    Isla Riddarholmen

    malar
    Isidoro y yo junto al lago Mälar



Estación Central de Estocolmo

Llegamos a la estación central de Estocolmo de buena mañana, procedentes de Hamburgo, con transbordo incluido en la ciudad de Copenhague. En una agencia de viajes del vestíbulo contratamos los servicios de un barco para viajar esa noche a Helsinki. El pasaje, gracias al billete Interrail, nos costó la mitad de precio; eso sí, no incluía camarote. Ya estábamos listos para descubrir la ciudad.


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Estación de Estocolmo



Ciudad Vieja

Cuatro años atrás tuvimos solecito y buena temperatura en Estocolmo, pero en esta ocasión el cielo estaba plomizo y gris, y el aire soplaba fresco, lo que desestimó el baño en alguna playita del lago Mälar. Fue más sensato iniciar la visita a Gamla Stan, o centro histórico, al cual accedimos por la isla de Riddarholmen. La isla se encuentra en el punto donde el lago Mälar se une al mar Báltico. Desde alguno de sus dos puentes se puede apreciar el contacto entre las dos aguas.


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Acceso a Riddarholmen

Los edificios de Gamla Stan datan de los siglos XVI y XVII, y entre ellos, los que más sobresalen son: el Palacio Real, cuyo cambio de guardia presenciamos rodeados de una numerosa multitud; la catedral de San Nicolás y la iglesia Alemana.


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Palacio Real



Puerto Stadsgarden

Almorzamos en un McDonald's próximo a la céntrica calle Drottning, y por la tarde acudimos al puerto Stadsgarden, en la isla de Södermalm, en cuyo muelle ya aguardaba nuestro barco a Helsinki. Nada más embarcar, tomamos el ascensor y nos aupamos hasta la cubierta superior para presenciar la maniobra de zarpe. La vistas de Estocolmo desde allí arriba fueron magníficas.


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Estocolmo desde el barco



Crucero Estocolmo-Helsinki

Ese enorme barco de la compañía Viking Line llamaba la atención por su envergadura: diez plantas de altura y 176 metros de eslora por 28 metros de manga, con capacidad pra 2.500 pasajeros y 430 coches. Pero a nosotros, por el momento, lo que nos llamó más la atención fue el estupendo mirador que nos proporcionó la cubierta superior. Desde que zarpamos, a las seis de la tarde, nos tuvo pegados a su barandilla para ver disfrutar del sorprendente paisaje.


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Cubierta del barco

Estocolmo quedó atrás, oculto entre un sinfín de islas boscosas, y muy pronto nos vimos rodeados de una exuberante vegetación donde predominaban cuatro gamas de colores: el azul claro del cielo, el blanco de las esponjosas nubes, el verde de los islotes por los que serpenteábamos y el azul oscuro de las mansas aguas del mar Báltico.


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Cubierta del barco

Pensaba que en breve saldríamos a mar abierto, pero transcurrieron dos horas y el paisaje no cambió ni un ápice. El archipiélago que se extiende al este de la capital sueca, formado por más de treinta mil islas, no parecía acabar nunca. El barco se abría paso, lentamente, entre islotes dominados por una abrumadora foresta, siguiendo las balizas amarillas que marcaban la ruta a seguir. Sin ellas habría sido imposible navegar por este laberinto de canales.


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Archipiélago de Estocolmo

Cuando oscureció, bajamos a las plantas inferiores a husmear. Y lo que vimos nos dejó de piedra. Los viajeros, grandes y pequeños, invertían sus coronas en tabaco, alcohol y ocio por igual. El barco se había convertido en un casino flotante, donde la lujuria y el despilfarro campaban a sus anchas.

Isidoro y yo nos mantuvimos al margen. En la sala de butacas (nuestro camarote compartido para mochileros) conocimos a Yolanda, una chica argentina que viajaba por Europa. Gracias a ella, pasamos buenos momentos en la discoteca del barco. Y a medianoche, bajo un maravilloso crepúsculo, pusimos fin a esa alocada noche.








Raíles 3: Un Interrail por Escandinavia y Escocia

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