Iniciamos la jornada desplazándonos en metro desde la avenida de Ámsterdam hasta Battery Park, en el punto más meridional de la isla de Manhattan. Tomamos la línea A en la parada de la calle 103, hasta Columbus Circle, donde realizamos transbordo.
En Columbus tomamos la línea 1 en dirección sur y nos apeamos en la última estación, concretamente en South Ferry (tened en cuenta que los dos últimos vagones no abren puertas por quedar dentro del túnel).
Estábamos en Battery Park, el punto más al sur de la isla de Manhattan. Aquí, en 1808, los neoyorquinos construyeron el castillo de Clinton, una fortaleza que debía defender a la ciudad de posibles ataques británicos.
Frente al parque del castillo veréis las taquillas donde poder contratar la excursión a la estatua de la Libertad. Desde la baranda, junto a las aguas del Atlántico, veréis la estatua al fondo.
En el parque Battery Park nace la avenida Brodway, la más larga de Manhattan, que cruza la isla de sur a norte. A través de ella penetramos en el corazón del Distrito Financiero, presidido (por aquel entonces) por las Torres Gemelas, los edificios más altos de Nueva York.
Brodway casi siempre se asocia a los grandes musicales y a las obras de teatro. De hecho, ese tramo se encuentra en el Midtown de Manhattan. En el Lower, Brodway está más relacionado con el mundo de las finanzas; y entre estos altos bloques, agazapada, se encuentra la iglesia Trinity, construida en el siglo XIX en estilo neogótico.
Avenida Brodway |
Iglesia Trinity |
En 1998 se podía realizar una visita guiada al edificio de la Bolsa, en Wall Street (se accedia por la parte de atrás). Desde una habitación insonorizada, a través de una enorme vidriera y durante unos pocos minutos, fuimos testigos de cómo funcionaba el Nasdaq. La única pega que nos pusieron fue que no podíamos tomar fotos.
A continuación acometimos el plato fuerte de la jornada: subir en ascensor ultrarrápido a la última planta de la Torre Sur o WTC 2 de las Torres Gemelas. Queríamos contemplar Nueva York a 415 metros de altura. Y tuvimos suerte, pues hizo un día estupendo.
El ascensor surpersónico nos dejó en la planta 107, que estaba destinada únicamente a turistas. El suelo era de moqueta y estaba acristalada por sus cuatro lados. La mitad de la sala estaba reservada a un pequeño museo donde se exponían maquetas y fotos relacionadas con la construcción de las torres.
Junto a los cristales había un pequeño hueco por el que se podía apreciar con todo lujo de detalle la altura a la que estábamos. Con la cara pegada al cristal, y mirando hacia abajo, se podía ver la calle y experimentar una buena sensación de vértigo.
Desde esta planta acristalada (la 107), podías contemplar Nueva York a vista de pájaro. Tenías acceso a los cuatro puntos cardinales y, lógicamente, las panorámicas eran de infarto.
Por la ley del mínimo esfuerzo, ayudados por la escalera mecánica, nos situamos en el techo de la Torre Sur, o sea, en la azotea. Desde la barandilla blanca del mirador más alto de las Torres Gemelas, que rodeaba la azotea, contemplamos las mejores vistas de Nueva York, y sin vidrios.
¡Hacia el norte la panorámica era impresionante! A mano izquierda tenías la Torre Norte, con su alta antena de más de cien metros rasgando el cielo, y como magnífico telón de fondo, la isla de Manhattan, con el Empire State encabezando la lista de los edificios más carismáticos de la ciudad.
En la zona central de las Torres Gemelas, en la plaza Austin Tobin, se encontraba la Esfera (The Sphere), una escultura de metal, construida por el alemán Fritz Koenig, que estaba colocada en una fuente de agua. La bola sobrevivió milagrosamente a los atentados del 11-S y actualmente se encuentra ubicada en Liberty Park.
Escapamos del Distrito Financiero por el ala este, en dirección al barrio de Two Bridges, llamado así por estar situado junto los puentes de Brooklyn y Manhattan. Y en nuestro alegre caminar desfilamos frente al Ayuntamiento de Nueva York.
Cruzamos el East River por el emblemático puente de Brooklyn, construido entre 1870 y 1883. En el momento de su inauguración fue el puente colgante más grande del mundo.
Al norte de Two Bridges se localiza Chinatown, el barrio más animado de Nueva York. En sus calles, sobre todo en la principal calle Canal, podréis encontrar restaurantes económicos donde poder probar los dumplings, los bollos de cerdo y los tallarines hechos a mano.
El barrio de Little Italy o Pequeña Italia está siendo absorvido por su vecino Chinatown. La constante inmigración china ha eclipasado a su homónima italiana, y los locales donde se venden baratijas y objetos de regalo se extienden por todas las calles.
La avenida Brodway, como si fuera una cremallera que cierra Manhattan, une o separa los barrios neoyorquinos. A la derecha de la avenida según se va hacia el norte, tenemos los barrios del este, y a la izquierda los del oeste, y entre estos últimos está el Soho, el barrio más vanguardista de la ciudad.
En la plaza Madison, entre la Quinta Avenida y Brodway, se encuentra el famoso edificio Flatiron (plancha, en inglés), que está considerado como el rascacielos más estrecho de Nueva York. Fue construido en el año 1902 y está literalmente incrustado entre las dos avenidas. Destaco de él su perfecto paralelismo y la gran cantidad de ventanas que se superponen unas sobre otras sin apenas espacio.