Pico Cerler/Sarllé |
Siete kilómetros separan Benasque de Cerler por las carreteras A-139 y A-2617. Un kilómetro y medio antes de llegar a Cerler, en una curva de la carretera, veréis anunciado el Mirador del valle de Benasque.
El Mirador de Benasque es una estupenda atalaya desde la que poder contemplar el valle de Benasque, desde la villa de Benasque hasta el pantano de Linsoles, en Eriste. Y como magnífico telón de fondo tenéis la nevada sierra de Chía.
Cuando la estación de esquí está a pleno rendimiento se recomienda estacionar los vehículos en la carretera que serpentea entre los apartamentos de Cerler. De esta forma podréis acercaros a las instalaciones y luego pasear por el pueblo viejo de Cerler.
Unos metros por encima de Cerler, a la izquierda del pico homónimo, podréis ver el Refugio Militar, monumental edificio donde yo pernocté cerca de un mes, durante el Servicio Militar, y que actualmente está abandonado.
De camino a la estación invernal por la carretera cruzaréis el barranco Remascaro, con sus aguas cristalinas medio congeladas precipitándose bajo el puente de la carretera.
Fue en 1970 cuando se construyó la estación de esquí, dando lugar a un giro radical en la vida de Cerler. Sus pistas son las mejores y las más altas de Aragón, atraviesan bosques de pinos y su cota más alta se sitúa en el pico Gallinero, a 2.700 metros de altitud.
Las pistas de esquí de Cerler pueden compararse con las de las mejores instalaciones europeas. Su inmejorable localización en el centro del Pirineo le permite estar al abrigo de la influencia mediterránea y cantábrica, disfrutando de un clima exento de nieblas y vientos y con la máxima insolación posible a esta altitud.
El viejo pueblo de Cerler, aldea de Benasque, situado a 1.540 metros de altitud en las vertientes del pico de su nombre, ha visto nacer una infraestructura desmesurada de viviendas en torno a la estación de esquí. Afortunadamente, el núcleo antiguo ha quedado al margen de esta vorágine consumista.
De ser un lugar con escasas edificaciones en el siglo XVI, llega a las cuarenta casas a principios del siglo XXI, conservando siempre su estructura primigenia.
Paseamos con sosiego por la calles del pueblo (Obispo, de la Fuente...), entre casas tradicionales: Casa Santamaría (no os perdáis la decoración en forma de ojos de su llamador); Casa Betrán, con su elegante portada, Casa Barbero, Casa Mata...
Casa Santamaría |
Un rincón de la calle Obispo |
Una de las edificaciones más antiguas de Cerler es Casa Cornel, que tiene la entrada en la planta baja, protegida por un pórtico que se abre a un patio porticado descubierto, y que sólo se puede ver si la puerta está abierta; y tuvimos suerte.
Casa Cornel también destaca por el peculiar aspecto del granito de la fachada, con su textura granulada y su color blanquecino con pequeños puntos negros. Es el mejor ejemplo de eficios fabricados con este material en el valle de Benasque.
Casa Cornel |
Casa Cornel |
Al final de la calle Obispo llegaréis a la plaza que acoge la iglesia de San Lorenzo, posiblemente de origen románico, mencionada en algunos documentos del siglo XI. Fue reformada en el siglo XVII. Es de nave rectangular con cabecera semicircular orientada al este.
En la plaza de la iglesia podréis ver buenos ejemplos de arquitectura local, ejemplificada en casas con fachadas de piedra. Junto a la iglesia se alza la Casa Antondós, otra muestra de edificación típica de Cerler.
Casa Antondós desde pl. Iglesia |
Casa Antondós desde c/ La Fuente |
Uno de los aspectos más interesantes de Cerler es su propia ubicación, en plena ladera de alta montaña, que suponía una adecuación óptima a su principal fuente de recursos económicos hasta hace pocos años: la ganadería.
En su interior las calle van adaptándose a la pendiente y dando forma a dos graderíos ocupados por las casas. Los más ancianos del lugar todavía recuerdan las terribles nevadas de antaño tras las que, para poder pasar por las calles, llegaban a abrirse túneles bajo la nieve.