Estacionamos los vehículos en el aparcamiento público del Matadero, situado al este de la villa. Recordad que si viajáis a Sepúlveda en Semana Santa conviene no llegar muy tarde, pues el aparcamiento está muy limitado.
Desde el aparcamiento, tras un continuo ascenso a pie, llegamos a la Puerta del Azogue, una de las mejor conservadas de la muralla. Su origen es románico y está formada por un arco de medio punto entre dos cubos, conocido como Ecce Homo.
Al otro lado de la Puerta del Azogue, en la calle Justo y Pastor, veréis el Museo de los Fueros, que está ubicado en la iglesia románica de los Santos Justo y Pastor. En su interior podréis hacer un recorrido por la historia de Sepúlveda y su Fuero.
Frente al Museo de los Fueros tenéis la Casa del Moro o de los Proaño, una de las más importantes de Sepúlveda por su valor histórico.
Si os fijáis en el frontón superior de su fachada veréis la cabeza del alcalde moro Abubad, decapitado de un solo tajo por Fernán González en la legendaria toma de Sepúlveda.
Avanzando hacia el norte por la calle Justo Y Pastor llegaréis a la iglesia de Nuestra Señora de la Peña, románica del siglo XII, que destaca por su magnífica portada.
La iglesia está declarada Bien de Interés Cultural. Era Semana Santa y la puerta del templo estaba abierta (entrada libre). Admiramos el retablo barroco del siglo XVIII.
Portada de Ntra. Sra. de la Peña |
Retablo de Ntra. Sra. de la Peña |
Iglesias y templos aparte, conviene acercarse al mirador de la Virgen de la Peña. Situado al final del morro sobre el que se asienta la villa, desde esta atalaya podréis contemplar los meandros que describe el río Duratón, los mismos que habrían acuñado el topónimo de Sepúlveda.
TOPÓNIMO DE DURATÓNEl paisaje originado por el río en este tramo es de una gran espectacularidad, ya que va describiendo unos cerrados meandros entre cantiles verticales de más de 70 metros de altura en muchos puntos. Es un territorio reservado a los buitres, cernícalos, búhos reales, halcones peregrinos, etc.
De regreso al centro histórico, antes de encarar la dura rampa que conduce a la iglesia del Salvador, pasamos por la placita del Trascastillo, una zona resguardada por las almenas de la muralla.
En la parte más alta del cerro que domina la villa, tras una azarosa subida por una calle empedrada, alcanzaréis la iglesia del Salvador, románica (siglos XI y XII).
Declarada Bien de Interés Cultural, su planta basilical es de una sola nave cubierta por bóveda de cañón, rematada en ábside con bóveda de horno. El templo destaca por su galería porticada.
La calle del Conde de Sepúlveda (antigua calle de Santiago), mantiene atrapado el aire rumoroso de la villa en sus piedras y en los salidizos de los edificios centenarios.
La calle Conde de Sepúlveda conduce a la iglesia de Santiago (siglo X), una de las más antiguas de la villa. El templo destaca por la cripta subterránea, ya que en ella hay varias tumbas antropomorfas excavadas en la roca, y por la torre del campanario, románica del siglo XII. La iglesia acoge la Casa del Parque (Centro de Interpretación de las hoces del río Duratón).
Iglesia de Santiago |
Torre de la iglesia de Santiago |
De camino a la plaza de España, en la vecina plaza del Trigo veréis la Cárcel de la Villa (en la actualidad acoge la oficina de turismo), un edificio construido en el siglo XVI.
La plaza de España, rectangular y parcialmente porticada, se origina a partir de un espacio extramuros. En ella se celebraban ferias, mercados y corridas de toros desde 1603 hasta los años 70 del siglo XX. Hoy sigue siendo el espacio más transitado de la población y lugar de reunión.
Si algo destaca en la plaza, además de sus viejas casonas, es el Castillo de Sepúlveda, un bello edificio provisto de tres torreones y una potente fachada barroca. El conjunto está rematado por la espadaña.
En la parte posterior de la plaza de España, agazapada entre un grupo de casas, sobresale la iglesia de San Bartolomé, de estilo románico. Se trata de la actual parroquia de Sepúlveda y destaca por su ábside.
Construida entre los siglos XI y XII sobre un basamento de piedra, es la única iglesia que sigue en pie de las tres que se levantaron en la zona de extramuros. Se accede a ella por medio de unas escalerillas. El enclave, compartido por la puerta de acceso a la iglesia, está considerado como uno de los rincones más pintorescos de la villa.