El Acueducto de Segovia fue construido durante el siglo I d.C., probablemente bajo el reinado del emperador Trajano o de su sucesor, Adriano. Su propósito principal era transportar agua desde la sierra de Guadarrama hasta la ciudad de Segovia, asegurando el suministro de agua potable a sus habitantes.
La sección más famosa del Acueducto se encuentra en la plaza del Azoguejo, donde se eleva en dos niveles de arcos superpuestos, con un total de 167 arcos. El nivel inferior tiene arcos más anchos y el superior arcos más estrechos.
Una de las características más impresionantes del Acueducto es que fue construido sin usar mortero. Los bloques de granito se mantienen juntos únicamente por su propio peso y el diseño de los arcos.
El Acueducto es una de las obras de ingeniería más impresionantes y mejor conservadas del Imperio Romano. Su estado de conservación y su continua funcionalidad durante siglos demuestran la avanzada tecnología y conocimientos de los ingenieros romanos.
Si queréis tener una perspectiva más amplia de esta construcción, podéis seguir el recorrido del Acueducto a pie para ver diferentes secciones y apreciar cómo se integra con el paisaje urbano y natural.
En la plaza del Avendaño se encuentra el Mirador del Postigo del Consuelo, una terraza desde la que poder contemplar la parte superior de la obra. Por la noche, las vistas son aún más bonitas.
Su nombre proviene de la desaparecida ermita que se encontraba a escasos metros del Acueducto. Era tan sólo un hueco abierto en la Muralla para el paso de personas. Fue derribado en el siglo XIX y reconstruido en 1947, con la portada de una edificación desmontada de la Calle Real.
El Acueducto transportaba agua desde el manantial de la Fuenfría, situado a unos 17 kilómetros de Segovia. El agua se canalizaba a través de un sistema de acequias y sifones, utilizando la gravedad para mantener el flujo continuo.
Contempar desde el Mirador esta espléndida arquería de sillares perfectamente encajados, unos con otros, te deja boquiabierto. Es alucinante pensar lo que hicieron los ingenieros romanos hace más de dos mil años.
Si camináis junto al Acueducto alcanzaréis el Segundo Desarenador, un sistema de tanque donde el agua era almacenada en un depósito de decantación (castellum aquae) antes de ser distribuida a las fuentes públicas, baños y casas privadas de la ciudad.
Este desarenador es conocido como Torre de Agua. Se trata de un gran depósito que, además de la limpieza, regulaba su caudal. Esto demuestra que transportar y limpiar el agua fueron fundamentales para los romanos.