Llanos del Hospital |
La ruta comienza en el aparcamiento situado a un kilómetro del Hospital de Benasque, a unos 1.750 metros de altitud.
Desde el aparcamiento descenderemos unos metros hasta los Llanos del Hospital, una pradera verde cuajada de riachuelos y pequeñas lagunas, que deberemos sortear. Aquí es complicado seguir la senda, si bien está marcada con palos de madera pintados de rojo y blanco.
Avanzaremos valle arriba por la pradera, dejando el río Ésera a nuestra derecha, y atravesando algún que otro puente de madera medio derruido.
En la parte intermedia de los Llanos cruzaremos el arroyo Gorgutes por otro puente de madera. Y al fondo veremos las cascadas que forma este torrente al descender abruptamente del puerto de La Glera.
Empleamos buenos minutos en atravesar los Llanos del Hospital. Dejamos a nuestra derecha el Hospital de Benasque, emblemático edificio situado en mitad de este mágico entorno natural, y tras sortear complicados riachuelos, conseguimos dar con la senda.
Saldremos de los Llanos del Hospital por una senda un pelín empinada, pero que se suaviza minutos después, al penetrar en la Colladeta de los Aranesos, un tranquilo valle por el que no fluye ningún torrente o arroyo, y que muy probablmente acogió algún ibón siglos atrás.
La senda nos lleva al Plan d'Estany, una de las praderas verdes más bonitas del Parque Natural Posets-Maladeta. Desde el camino apreciaremos la forma redonda de este antiguo lago (actualmente el agua se filtra por el terreno y aparece unos metros más abajo).
El camino bordea el plan del Estany por la izquierda sin penetrar en la zona lacustre. Tras avanzar unos metros llegaréis a la bifurcación que conduce a los puertos de Benasque y La Picada (anunciado como "Puerto de Benasque" y "Salvaguardia").
Aquí comienza la verdadera ascensión al Portillón y con ella aparecen los primeros neveros en varios tramos de la senda, aunque el inico por la solana del valle es muy agradecido. Si echáis la vista hacia abajo veréis el plan del Estany.
La senda nos lleva hacia el este, por unos tramos que no revisten dificultad. Descansar en las pequeñas praderas verdes que aparecen de vez en cuando es un regalo para la vista.
Y al otro lado del ancho valle contemplaréis el macizo de la Maladeta, que por estar en la cara norte, todavía alberga un pequeño glaciar.
Poco antes de llegar a la bifurcación de los puertos de Benasque y La Picada (este último enlaza con la Artiga de Lin, en el valle de Arán), una vez superados varios tramos en zigzag, la nieve que cubría la senda nos impidió avanzar. Algunos montañeros que habían coronado el puerto nos dijeron que para continuar era necesario llevar crampones, artilugios que ninguno de nosotros llevábamos. Llegó la hora de dar media vuelta.