Menos de cinco kilómetros, por carretera local, separan Guía de Gáldar. La ubicación de esta última no tiene pérdida, pues se encuenta en la falda de un peculiar monte con forma de pirámide, de 430 metros de altitud (la montaña de Gáldar).
En Las Palmas y Arucas habíamos visto un puen puñado de estatuas, pero en Gáldar vimos más, muchas más. La afición del pueblo canario por erigir monumentos en calles y plazas de sus ciudades parecía alcanzar su máxima expresión en Gáldar.
En la carretera local que rodea el centro histórico de Gáldar habíamos visto estatuas guanches. Y al estacionar el coche en el aparcamiento público de la calle Guillén Morales y acometer la calle Guaires vimos algunas más, también dedicadas a los aborígenes canarios.
En la prolongación de la calle Guaires (calle Facaracas) dimos con la estatua dedicada a la princesa guanche Arminda, que pasó de la esclavitud a la nobleza como Catalina de Guzmán (su historia aparece en la proyección que vimos posteriormente en la Cueva Pintada).
Nos dieron hora para visitar la Cueva Pintada a las 13:30h. Teníamos algo más de una hora por delante para ver el centro de Gáldar. E iniciamos el recorrido por el Ayuntamiento, que se asoma a la plaza Mayor o de Santiago.
El Ayuntamiento de Gáldar acoge la oficina de turismo. En su interior obtuvimos un mapa de la villa e información relativa a la Cueva Pintada. Por cierto, en el patio del edificio contemplamos el drago más viejo de la isla.
Drago del Ayuntamiento |
Drago del Ayuntamiento |
Situada en el corazón de Gáldar, su plaza Mayor, dedicada a Santiago, es lugar de obligado paso si se visita la villa. Desde la terraza de uno de los bares que la rodean (La Cuarta) pudimos contemplar los exuberantes jardines, los altos pinos plantados en las esquinas y las fachadas de los edificios históricos.
Preside la plaza la iglesia de Santiago de los Caballeros, construida en una mezcla de barroco y neoclásico. Su fachada es uno de los rasgos singualares de la plaza.
Como curiosidad, cabe mencionar que dentro del templo está la llamada pila verde, donde se bautizaba a los nativos en tiempos de la conquista española.
Trazada como si se tratase de la calle Mayor de Gáldar, la calle Capitán Quesada es una de las principales vías comerciales de la villa.
Al inicio de la calle Capitán Quesada, junto a la plaza de Santiago, veréis el Casino de Gáldar, fundado el 1 de julio de 1847. Actualmente, el casino es un referente de la vida cultural del norte de Gran Canaria.
Y al final de la calle se alza el mercado de Gáldar, que destaca por su elegante galería de entrada con tres arcadas de cantería.
En la gran sala interior del mercado, con un espacio central y galería laterales, se ofrecen los variados productos del campo y el mar de Gáldar. Pero a nosotros nos impactó más contemplar el gran fondo pictórico realizado por Diego Higuera, inspirado en la Cueva Pintada y el arte prehispánico canario.
En 1860 un campesino local se topó con la Cueva Pintada, descubriendo así el yacimiento arqueológico más importante (y el mejor conjunto de pinturas aborígenes) de todo el archipiélago canario.
En 2006, después de más de 20 años de restauraciones, la Cueva Pintada volvió a abrir sus puertas al público. El recorrido actual comienza con una proyección relacionada con el pueblo aborigen canario, y prosigue con la visita al Museo del edificio, donde se exhiben valiosas piezas recuperadas de este y de otros yacimientos próximos.
A continuación se accede al yacimiento arqueológico Cueva Pintada, situado en una ladera repleta de casas-cueva que está totalmente cubierta para preservarla de los agentes externos.
La visita al yacimiento se realiza a través de unas pasarelas metálicas, que en continuo descenso ofrecen una maravillosa panorámica de este tesoro arqueológico, un testimonio vivo del uso que los aborígenes hacían de cuevas y tubo volcánicos.
En el yacimiento de Gáldar se han encontrado unas sesenta viviendas, que podían haber acogido a más de 200 personas, además de otras oquedades que se usaban como cámaras funerarias o centros de reunión.
El campesino que descubrió esta cueva guanche en el siglo XIX no podía imaginar la magnitud de su hallazgo. Los arqueólogos han estudiado las sencillas pinturas que decoran sus paredes: pequeños triángulos y cuadrados en tonalidades rojas y marrones.
Se trata del conjunto de pinturas guanches más importante que existe. Los arqueólogos han proseguido con las excavaciones y continuamente se exponen nuevas piezas.