Estacionamos el vehículo en la parte alta de la villa, muy cerca de la plaza de la Barrera, un bonito paseo ajardinado ubicado al sur del centro histórico, muy cerca del puerto. Aunque esa fría mañana de primavera, con el cielo gris y los árboles podados, en fin... Imagino que en verano su aspecto será más admirable.
Situado entre la plaza de la Barrera y el puerto, el parque de la Música es un bello espacio ajardinado que, a diferencia de su vecino, sí exhibía la frescura y el color verde que caracteriza a la costa cantábrica. Aquí podréis ver la estatua del músico Ataúlfo Argenta.
En las calles de Castro Uridales, principalmente en las proximidades a su puerto, todavía es posible respirar el ambiente pesquero y degustar muchas de sus especialidades gastronómicas, obtenidas todas ellas del mar.
El paseo por la villa propiamente dicho comenzó en el parque Amestoy, un gran rectángulo trazado cerca del puerto a modo de paseo marítimo. Fue una pena que el día estuviera tan plomizo.
Las vistas al mar, con el Club Náutico en primer plano, y al cerro que acoge el castillo de Santa Ana y la iglesia de Santa María, son las principales bazas de este amplio parque.
Caminando por el paseo Amestoy, con la mirada perdida en el cerro que acoge el castillo y la iglesia, alcanzamos la plaza del Ayuntamiento, que, como no podía ser de otra manera en esta villa marinera, está orientada a su viejo muelle.
La plaza está rodeada de soportales en los que abundan las tascas, mesones y restaurantes en los que se puede disfrutar de sus más frescos pescados y mariscos.
En la zona del Ayuntamiento, al otro lado del paseo marítimo, podréis acercaros al muelle pesquero, donde están atracadas sus típicas embarcaciones y en ocasiones su trainera "La Marinera", una de las más famosas del Cantábrico.
Esa fría mañana, con la bajamar, las barcas aparecieron escoradas en el fangoso lecho marino del puerto. No era la imagen que esperaba ver, pero así las gasta el mar Cantábrico. Imaginé que por la tarde estarían flotando en el agua.
La visita al puerto continúa por el paseo marítimo. A nuestra derecha, más allá del muelle pesquero, aparece el alargado rompeolas; y al inicio del mismo, a mano izquierda, nos aupamos al popular Puente medieval, del siglo XIII.
El mal llamado "puente romano" de Castro Urdiales, frente al peñón de Santa Ana, es una joya medieval con su icónica estructura de piedra en arco ojival. Aunque su parte superior fue restaurada hace unos años tras un temporal, sigue siendo un testigo del pasado que unía el Castillo-Faro con la ermita.
Situado en el extremo del promontorio se localiza el Castillo de Santa Ana, sólida fortaleza convertida en faro que domina el acceso marítimo. El castillo sostiene la linterna que se iluminó por primera vez en 1853.
Superado el puente medieval accederemos a la parte superior del promontorio que acoge el castillo y la iglesia de Santa María. En la parte posterior del Castillo podréis ver los dos peñones que dieron nombre a Urdiales (Urbialatx).
Junto al Castillo podréis ver la iglesia gótica más importante de Cantabria, la iglesia de Santa María, que data del siglo XIII y que reúne todas las características constructivas del gótico clásico.
Al hablar de la costa oriental, nos referimos a la extensa franja litoral que va desde Somo (a orillas de la bahía de Santander) hasta Ontón (límite del País Vasco). El paisaje se caracteriza por las playas que alternan con acantilados, y por extensiones llanas de prados y terrenos de cultivo alternados por macizos montañosos.