Laredo es una villa marinera situada al sur de una de las bahías más espectaculares del Cantábrico. Su puerto vivió épocas de esplendor y fruto de ello es su rico legado arquitectónico.
En el Laredo actual se distinguen tres zonas: la Puebla Vieja, el primer Ensanche y la prolongación de esta hasta el Puntal. Lo más recomendable es comenzar el recorrido por la Puebla Vieja y el Arrabal, declarados conjunto Histórico-Artístico en 1970.
Puebla Vieja, de origen medieval, es la parte más antigua de la villa. Conserva intacta en su trama de rúas paralelas y perpendiculares la atmósfera de antaño. Y todo comienza en la plaza de la Constitución.
Caminamos por las empinanadas calles de Puebla Vieja, entre fachadas anónimas y otras vinculadas a los grandes linajes de los siglos XV-XVIII, como las del Palacio de Zarauz, la Casa de la Familia Pelegrín, la Casa de los Alvarado o la Casa Torre de los Revellón (siglo XV).
Junto a la Casa Torre de los Revellón, en la calle San Martín, podréis ver el Arco de la Blanca, una de las doce puertas de entrada al recinto amurallado medieval del siglo XIII que circunda la Puebla Vieja.
En la calle San Marcial se localiza la Casa del Condestable de Castilla, que sirvió de alojamiento a la reina Isabel la católica y su hija Doña Juana en el año de 1496, así como a Catalina de Aragón en 1501 y al emperador Carlos V en el año de 1556.
Junto a la Casa del Condestable, en la calle San Marcial, podréis ver la iglesia de Santa María de la Asunción, del siglo XIII con posteriores añadidos. Es uno de los templos góticos más relevantes de Cantabria.
Cerca del puerto se encuenta la entrada sur del túnel de la Atalaya, un largo pasadizo subterráneo iluminado que conduce a los acantilados de la playa de la Soledad.
Mereció la pena aventurarse por este largo túnel para contemplar el mar en todo su esplendor, con el rompiente de olas sacudiendo la escarpada playa.
Santoña es un importante puerto pesquero que se ha hecho famoso por sus salmonetes, sus anchoas y sus marismas, un estratégico humedal para las aves.
Por la tarde, después de almorzar en un restaurante de Laredo, marchamos al norte de la bahía para visitar Santoña, importante puerto pesquero que actulamente basa buena parte de su economía en la industria de la anchoa.
La villa está repleta de tiendas en las que poder adquirir una especialidad de la zona: las anchoas. Para encontrarlas, sólo hay que adentrarse por las calles próximas al paseo Pereda y la playa de Santoña.
Al final del paseo Pereda se alza el primero de los dos baluartes que, desde hace siglos, controlan el acceso a la bahía: el Fuerte de San Martín. El otro baluarte es el Fuerte de San Carlos.
El Fuerte de San Martín fue construido en el siglo XVII para defender Santoña de incursiones marítimas. Se reformó en sl siglo XIX por orden de Fernando VII, convirtiéndose en una de las fortalezas más importantes del Cantábrico. Fue abandonado en el siglo XX y restaurado recientemente para visitas turísticas.
Al hablar de la costa oriental, nos referimos a la extensa franja litoral que va desde Somo (a orillas de la bahía de Santander) hasta Ontón (límite del País Vasco). El paisaje se caracteriza por las playas que alternan con acantilados, y por extensiones llanas de prados y terrenos de cultivo alternados por macizos montañosos.