El castillo Guaita, cuya construcción se remonta al siglo XI, se alza a 750 metros sobre el nivel del mar, en el punto más alto del monte Titano y de San Marino. Desde el Fiori de Roccia, un sublime mirador, tendréis una buena perspectiva de él.
El Mirador Fiori de Roccia os dejará petrificados. No solamente disfrutaréis con la mejor panorámica del casitllo Guaita, desde el borde del abismo divisaréis Rímini y la costa tirrena de Italia.
El castillo Guaita es conocido también como La Rocca, y constituye la primera de las tres torres que custodiaban el primitivo complejo arquitectónico del pequeño país. Se trata de una de las visitas obligadas de San Marino.
La entrada al castillo cuesta 6€ (3€ los niños). Es un pelín cara, pero si vais con críos os lo agradecerán. Intramuros, recorrimos el perímetro del castillo por las almenas.
Asomándonos entre las almenas contemplamos parte de la muralla medieval de San Marino, y hacia el sur avistamos la Torre Cesta, que también formaba parte del conjunto defensivo de la ciudad.
Lo que caracteriza al castillo son sus sólidas murallas y su alta torre, perfectamente restaurada, que constituye el punto más alto de la fortaleza y de San Marino.
Torre del castillo |
Torre del castillo |
En un rincón del castillo veréis un pequeño Museo de Armas, y al otro lado del arco que se abre en la fachada principal, podréis entrar en una sala de exposiciones, con información relativa al castillo.
La caminata por la cresta del monte Titano continuó hacia el sur. Dejamos atrás la imponente silueta del castillo Guaita, hasta toparnos con el paso del Streghe, o de las Brujas, un angosto camino de piedra trazado en lo alto del roquedo, no apto para cardiacos y sufridores de vértigo.
Desde el centro del pedregoso camino disfrutaréis de unas impresionantes vistas de la muralla y del precipicio que se abre a vuestros pies. Lo dicho, un camino no apto para aquellos que sufran de vértigo.
Al otro lado de la angostura, el camino prosigue hacia la torre Cesta, pero, como estaba en obras y no se podía visitar, optamos por quedarnos a almorzar en el restaurante Café Divino, ubicado a pocos metros del paso de las Brujas, y que nos brindó una fabulosa vista de la muralla.
El menú, a base de sencillos platos de pasta y hamburguesa, estuvo regulín. Lo mejor fue la vista panorámica y la tranquilidad del lugar, rodeados de pinos y con una agradable temperatura.
Si algo le sobra a San Marino son muros y puertas. En nuestro descenso a la parada del autobús pasamos por la puerta de la Fratta, que atraviesa la muralla exterior que protege el centro histórico.