Chequilla |
Si llegáis a Chequilla procedentes de Megina, cruzaréis la sierra que separa el arroyo Jándula del Cabrillas, y en lo más alto de la carretera se encuentra el amplio mirador de Chequilla. Asomaos a él, y tendréis la mejor vista panorámica de este pintoresco pueblo y su entorno, con las rocas rojas acaparando la escena.
Chequilla ha cambiado mucho con el paso de los años. Cuando nació mi cuñada, en la época en que mis suegros llevaban el bar, el pueblo vivió su máximo apogeo. Los lugareños se dedicaban a las duras labores del campo y la plaza estaba saturada de niños (ahora sólo los vemos en verano). Eran tiempos duros, de escasez y penuria.
Pero todo cambió en los años sesenta, cuando un buen día alguien emigró en busca de una vida mejor y, poco a poco, el pueblo se quedó huérfano. Las casas se cerraron para siempre, bueno, quedaron a la espera de que sus propietarios volvieran en verano. Como así ha ocurrido hasta la fecha.
Hoy día, como ocurre casi todos los meses de agosto, voy al pueblo con mi mujer, hija de chequillanos, en compañía de nuestra hija. Abrimos el candado, retiramos la pesada puerta de hierro, la desenpolvamos y la guardamos durante una semana, que es el tiempo medio que solemos quedarnos.
Y así obra el resto de familias, abordando el pueblo en verano y abandonándolo el resto del año. Es una pena, pero esta situación se repite en la España vaciada, la del interior, la que no tiene playa. Da igual que Chequilla sea un lugar maravilloso, habitado probablemente desde el neolítico (ellos le dieron el nombre euskérico o íbero); cada año sus visitantes regresan tristes a la ciudad, resignados por no poder quedarse más tiempo.
"Aquí no hay trabajo ni futuro", suele ser la frase reina de cada verano, o como suelen decir muchos partisanos bajo el chopo de la fuente: "nadie invierte un duro en la zona, ni explota los recursos con que cuenta el Alto Tajo". Y no les falta razón. Nos hallamos en el Parque Natural del Alto Tajo, una zona preciosa de España, tan bonita como olvidada.
Y como ocurre cada año, la pesada puerta ocupa su lugar, custodiando la casa hasta el siguiente verano. El clic del candado viene acompañado de un leve suspiro. Es un breve episodio de resignación, de impotencia, porque sé que me aguarda otro año confinado en la ciudad, rodeado de asfalto, ruido y polución.
La entrada a Chequilla no deja a nadie indiferente. Antes de entrar en la plaza podréis ver, a mano izquierda El Ejido, una zona comunal con mesas de madera y zon de juegos.
Nadie sabe explicarme por qué la piedra Carreta se llama así. Se trata de la piedra más cercana a la plaza del pueblo. Es de gran tamaño y está muy agrietada, tanto que hace unos años se desprendió un trozo de roca (cayó sobre la cochera anexa).
En un lateral de la piedra Carreta que mira al frontón se pueden ver unas curiosas oquedades conocidas como tafoni. Se originan por la lenta disgregación de la arenisca a causa de la humedad. Es frecuente que estas formas aparezcan alineadas señalando zonas de debilidad en la roca.
A la entrada de Chequilla, conforme accedéis por la carretera, podréis ver grandes roquedos, en conjunto o aislados, como los del Guijarral. Y detrás del pueblo, agazapados entre la espesura del bosque, podréis admirar muchos más.
Esta zona aparece en los mapas cartográficos como "Las Quebradas", si bien los lugareños siempre la han conocido como "Las piedras del depósito". Es la mejor atalaya para contemplar Chequilla a vista de pájaro.
Varias sendas serpentean entre estos singulares relieves y una de ellas conduce a una curiosa formación circular utilizada como plaza de toros. Nos encontramos ante un pequeño recinto natural abierto, de forma más o menos circular, rodeado de rocas de arenisca rojiza de distintos tamaños y alturas.
En este lugar se han venido celebrando encierros y corridas de vaquillas, cerrando el recinto con burladeros de madera, y las rocas que conforman la plaza se llenan de gente a modo de graderío. El evento, que se celebra cada 20 de agosto, es amenizado con verbenas, comida popular y procesión religiosa, y está íntimamente enraizado con la importancia de la ganadería y de la trashumancia que se llevó a cabo en esta zona, pudiendo estar aquí precisamente sus orígenes.
Algunas piedras de Chequilla son grandes, muy grandes; la de Trascastillo es una de ellas. Este monolito preside la entrada al pueblo por el carril de Peralejos y se ve desde cualquier punto alto.
TOPÓNIMO DE CASTILLOLa colosal piedra Trascastillo se localiza a los pies del Santo, monte de cima pelada que en escrituras antiguas aparece con el nombre de Castillo, y que muy probablemente acogió un primitivo asentamiento. La piedra Trascastillo estaba tras el Castillo, el cerro empleado para vigilar la zona, que curiosamente nunco albergó fortaleza alguna.
Las piedras de Chequilla se originaron hace unos 180 millones de años, en un proceso de sedimentación por la regresión del mar. Son rocas silíceas formadas por carbonatos y hierro, elemento este último que les da su característico color rojizo.
A la entrada del pueblo por el río Cabrillas tenemos el Guijarral, una pequeña elevación del terreno sembrada de torreones y monolitos de roca dura. Vale la pena detenerse aquí unos minutos para admirar de cerca las piedras del Camión, de la Serpiente, de la Curva y del Covacho.
Piedra de la Serpiente |
Piedra de la Curva |
Las piedras, modeladas por la acción del viento, lluvia, temperatura..., adoptan formas curiosos que nos recuerdan a objetos o animales.
Chequilla forma parte del Parque Natural del Alto Tajo. Varias sendas parten del pueblo y penetran en la masa forestal a través de valles como el del río Sacedo o el del río Cabrillas, principal cauce de este sector del parque.
Cada año, hacia el 19 de agosto, Chequilla celebra sus fiestas patronales en honor al Cristo de la Fortaleza. Como ocurre en casi todos los pueblos de la España vaciada, estos festejos no se pueden celebrar cuando tocan por falta de gente.
Las fiestas son un pretexto para darle vida a los pueblos. La excusa de la orquesta, las vaquillas y las comidas populares atraen cada año a los oriundos de Chequilla y a sus descendientes.
El Parque Natural del Alto Tajo se encuentra en el Sistema Ibérico, a caballo entre la parte suroriental de Guadalajara (36 municipios) y nororiental de Cuenca (dos municipios). El principal acceso es por Molina de Aragón, aunque también se puede acceder por Orea, a través de Orihuela del Tremedal (Teruel), y por Tragacete (Cuenca).
TOPÓNIMO DE TAJOHablar del Parque Natural del Alto Tajo es hablar de su diversidad. En este espacio natural tienen cabida una gran variedad de elementos geológicos, en un paisaje lleno de contrastes, en el que destacan hoces, cañones fluviales, simas, lagunas, monolitos y "ciudades encantadas" de roca; además de una gran diversidad florística y vegetal.