El aparcamiento municipal es la única forma de estacionar el vehículo en Anento. Al menos sólo cuesta 2€. El aparcamiento está situado en la calle de la Rambla, que brinda una buena vista panorámica del pueblo.
Antes de callejear por el pueblo, conviene pasar por la oficina de turismo, situada en la plaza del Pilón. En su interior podréis coger un mapa y contratar una visita guiada al interior de la iglesia.
El mapa de la villa os será muy útil, ya que informa acerca de la "ruta señalizada", la mejor forma de visitar la villa y sus alrededores sin dejaros nada en el tintero. Y todo comienza en la plaza del Pilón.
Cuando os dirijáis al centro del pueblo os llamará la atención el gran parque público situado en la vega por la que fluye el agua proveniente del Aguallueve.
Se trata de una zona sombría, salpicada de altos árboles. Cuenta con mesas de pícnic, zona de juegos y unas curiosas figuras realizadas con troncos de madera que gustará a los niños.
Anento es un núcleo muy compacto y reducido. Desde el parque ya se divisa la iglesia de San Blas, templo que presenta dos etapas: una de fábrica románica (siglo XIII) y otra gótica, de finales del siglo XIV.
La entrada principal, un porche con columnas de piedra, presenta un arco apuntado y ventanales geminados decorados. Esta zona se puede visitar de forma gratuita.
Iglesia de San Blas |
Iglesia de San Blas |
Marchábamos a mediodía de Anento y no podíamos contratar la visita guiada al interior de la iglesia de San Blas, que destaca por su retablo, su pila bautismal y altar muy primitivos y su púlpito de yeso de tradición islámica (siglo XVI).
A partir de la iglesia seguimos la "ruta señalizada" que sigue un trazado por las calles del pueblo. Gracias a sus vecinos, Anento conserva las singularidades de su entorno natural y su patrimonio histórico.
Y es que en los años 80 del pasado siglo, Anento estuvo a punto de desaparecer. El pueblo sufrió los estragos de una dura migración a la ciudad hasta el punto de que sólo lo habitó una persona, y no todas las noches.
A finales de los 80 las cosas comenzaron a cambiar. Con la voluntad de mucha gente y haciendo frente a numerosos problemas, el pueblo comenzó a revivir. Varias familias, algunas descendientes de los que un día marcharon, se volvieron a instalar en el pueblo.
Situada en la parte alta del pueblo, a la que se accede por estrechas callejuelas, se localiza la ermita de Santa Bárbara, una pequeña construcción de planta rectangular sobreelevada.
Callejón de Santa Bárbara |
Callejón de Santa Bárbara |
Austera en su decoración, sus muros de mampostería y su techumbre a doble vertiente están sustentados por vigas de madera. Su interior alberga un pequeño retablo, que no pudimos ver por hallarse el templo cerrado.
Ermita de Santa Bárbara |
Ermita de Santa Bárbara |
A los pies de la ermita, en una plaza redonda que acoge una extraña escultura, se localiza el Mirador de Santa Bárbara, un punto alto que brinda una buena panorámica de la parte baja del pueblo, con la torre de la iglesia acaparando las miradas.
Una senda que parte de Anento, muy empinada, conduce hasta la entrada del Castillo, una fortaleza acomodada sobre un promontorio avanzado de tierra rojiza. Nosotros, que íbamos justos de tiempo, decidimos acercarnos en coche.
Los restos de esta construcción defensiva datan del siglo XIV y formaron parte de la línea de castillos de retaguardia de la Comunidad de Aldeas de Daroca. Su muralla seguía la línea del escarpe y aún se divisan desde el pueblo hileras de sillares en el canto calizo.
Del Castillo se conserva el muro oriental de 40 metros con almenaje y saeteras, y sus dos torres cuadrangulares macizas en su base con una estancia abovedada en la parte superior. Las torres están unidas por un paso de ronda y entre ellas se abre la puerta a la que se accede por un puente sobre el foso excavado en la roca.
Foso del Castillo |
Paso de ronda del Castillo |
Costó dar con la senda que conduce desde el Castillo hasta el Mirador. Tuvimos que bajar al foso y sortear la muralla exterior del recinto, entre un bosquete de pinos, para dar con esta magnífica atalaya.
El Mirador del Castillo regala la mejor vista panorámica de Anento y su valle. Eso sí, si vais con niños no dejéis que se acerquen al cortado. La valla es muy pequeña e insegura y la altura es considerable.