Por la parte de atrás de la catedral de San Lorenzo, a través del Arco del Deán, del siglo XVI, accederemos al popular barrio del Tubo, el más emblemático y visitado de Zaragoza.
Al final de la calle Mayor tenéis la iglesia de la Magdalena, del siglo XV, que destaca por su torre mudéjar. Y un ejemplo de arte renacentista lo encontraréis a unas manzanas de distancia; se trata de la Casa de los Morlanes, del siglo XVI.
Nuestra idea era almorzar en el Tubo, en algún restaurante de la plaza de Santa Marta. Pero una tormenta, acompañada de un fuerte aguacero, nos obligó a cambiar de planes. Elegimos el restaurante Casa Castilla y León, especializado en menús raciones y tapas. Y nos encantó.
Por la tarde, tras tomar el rico almuerzo, penetramos nuevamente en el barrio del Tubo para admirar los restos del Teatro romano, de la primera mitad del siglo I.
El acceso al interior del Teatro se encuentra en un edificio situado en la calle Pedro Joaquín Soler. Si no queréis entrar, podéis contemplarlo perfectamente desde las calles que lo redean a través del enrejado, sin necesidad de pagar.
Uno de los puntos interesantes es el pulpitum, escenario del antiguo teatro que aún conserva parte de su suelo original de mármol. Otra zona destacada es el arco que era utilizado como acceso a las gradas.
El teatro tenía una capacidad para unos seis mil espectadores y seguía el modelo del teatro Marcelo de Roma. Desde el mirador de la calle San Jorge podréis ver el graderío y los restos del escenario.
Al sur del barrio del Tubo, en la plaza de San Miguel, se alza la iglesia de San Miguel de los Navarros, del siglo XIV, una de las más antiguas de la ciudad, y que destaca por su torre mudéjar.
Uno de los rincones más singulares donde podréis descansar y relajaros tras recorrer a pie el centro histórico, es la tranquila plaza de los Sitios. En su centro podréis admirar el monumento a los Sitios, modernista del siglo XX, que narra la hazaña de los aragoneses en la Guerra de la Independencia.
En una esquina de la plaza de los Sitios veréis la entrada principal del Museo de Zaragoza, un edificio neorrenacentista construido para la Exposición Hispano-Francesa de 1908. Es el museo más antiguo de la capital aragonesa; alberga las secciones de Arqueología y Bellas Artes. La entrada es gratuita.
Al franquear la entrada accederéis a un gran patio con columnas que aguantan la planta superior. Es la carta de presentación de este museo. Junto a los pilare podréis algunas piezas interesantes.
En la planta baja podremos ver unas vitrinas donde se muestran piezas recuperadas del yacimiento íbero de Aratis (nuestras autoridades, entre ellos los mandamases de este museo, aun sabiendo que los celtas nunca se establecieron en la Península, insisten en denominar a estos pueblos como celtíberos).
El museo se caracteriza por tener colecciones que abarcan desde la Prehistoria hasta el siglo XX: Antigüedad, Alta Edad Media, Renacimiento, Gótico, Barroco, Goya y su época, siglos XIX y XX. Esta amplia variedad se completa con las colecciones singulares de arte oriental, cerámica o etnología.
El museo exhibe un interesante número de piezas pictóricas y escultóricas, entre las que sobresalen los nombres de Goya, Damián Forment, Francisco Pradilla, Jusepe Martínez, Carlos de Haes, Francisco Bayeu o Jerónimo Cósida, entre otros.
Los cuadros de Goya son los que más llamaron nuestra atención. Aquí podréis ver una extensa colección de sus obras a nivel mundial, solo superada por las del Museo del Prado y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid.